Alberto Tenorio, puro Betis
El mítico utillero verdiblanco vivió hasta sus últimos días en la ciudad deportiva Luis del Sol y dejó anécdotas históricas como su insistencia para conseguir que el equipo vistiera de verdiblanco en la final del 77
Muere Alberto Tenorio, legendario utillero del Betis

Todo el mundo que conoció a Alberto Tenorio recuerda una anécdota con él. Una de las más significativas, por su trascendencia, fue la que protagonizó minutos antes de la final de la Copa del Rey de 1977 entre el Real Betis y ... el Athletic en el estadio Vicente Calderón. Los jerifaltes de Televisión Española, aunque el partido se retransmitía en color, temían que la coincidencia de rayas entre los heliopolitanos y vascos afectara al seguimiento del encuentro y trataron de obligar al Betis a que renunciara a su equipación tradicional. La orden llegó al vestuario pero Tenorio se negó a cumplirla porque no iba a permitir que su Betis no visitiera de Betis en esa histórica final. Aprovechó la visita de Felipe González al camarín para sacar al equipo de verdiblanco y que no hubiera tiempo para más. Tenorio logró lo que quería. En aquel encuentro jugó en el Athletic Ángel María Villar, con quien también iba a vivir una curiosa situación en 2014, cuando éste acudió a la ciudad deportiva Luis del Sol a inaugurar el nuevo edificio. Se cruzó Tenonrio con el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol y le preguntó: «¿Qué pasa, mongolo?». Las risas de los presentes aún se oyen en las instalaciones béticas. Y es que Tenorio tenía una forma muy peculiar de saludar a unos y otros. Ya fueran jugadores jóvenes o veteranos, utilleros, médicos, dirigentes o periodistas. Nadie se libraba de su humor sarcástico y socarrón pero quien pudo tener momentos de intimidad con él supo valorar sus consejos y su inigualable conocimiento de la idiosincrasia bética, que él mismo representaba con su vida.
Y es que Tenorio había nacido en el campo del Patronato en 1931, la sede de los partidos como local del Betis antes del traslado al Stadium de la Exposición, ahora Benito Villamarín, donde vivió, primero en Gol Norte y luego en Gol Sur, hasta 2017, cuando se mudó a la ciudad deportiva Luis del Sol. Es decir, ha sido la persona que con más motivo ha podido decir que su hogar era el Betis. Su padre, Antonio Tenorio, fue un férreo defensa del equipo verdiblanco entre 1922 y 1932 y cuando se retiró se quedó en el club como conserje y encargado del campo. Se casó Antonio en segundas nupcias con Ana Rodríguez Trigo, quien zurcía las medias de los jugadores y lavaba la ropa de juego, que quedaba tendida en las gradas del estadio entre semana. También le servía comida a los jugadores foráneos que aún no tenían acomodo. Mientras, Alberto probaba para seguir los pasos futbolísticos de su padre y cumplir su sueño porque no se le daba mal la pelota. Enviudó antes de casarse y el Betis le rescató. Entre todos convivieron con los soldados italianos que ocuparon el estadio en la Guerra Civil y en 1948 corrieron para subir a lo más alto de la grada las equipaciones béticas de la gran riada. El padre también fue recaudando casa por casa las cuotas de los béticos para sostener al equipo en la penuria de Tercera.
Poco después, a primeros de los años 50, empezó a trabajar como utillero con los juveniles del Betis. En 1973 dio el salto al primer equipo, tras la jubilación del histórico Adolfito. Ahí se encargaba de enhebrar dorsales, preparar las botas y dejarlo todo listo para que los futbolistas hicieran lo que sabían sobre el terreno de juego. Hizo hasta de masajista, médico y delegado. Y defendió al Betis en todo momento, como en la final del 77. El ejemplo de su padre lo tuvo siempre presente. Tenorio el Viejo jamás permitió irse del estadio, ni siquiera con las obras del Mundial 82. En 1980, con la voladura de Fondo y Preferencia, quisieron sacarlo de su casita de Gol Sur y exclamó ante Juan Mauduit, presidente, lo siguiente: «¿Salir de aquí? Con los pies por delante…». Y vivió en una roulotte al lado del estadio «levantándose muy tempranito, oliendo a Betis, guardando las tardes para calarse su boina, entornar unos ojos vivísimos y dejarlos ir por la historia de algún dato o para quedarse en sus adentros, con el parapeto de su bien llevada sordera, para que nadie le estorbara en sus pensamientos«, como señalaba Manuel Rodríguez Fernández de Córdoba en un recordado artículo en ABC de Sevilla. Y murió Antonio Tenorio el 21 de abril de 1982. En su esquela estaba todo claro: «Vivía: Estadio Benito Villamarín». Le dejó en herencia a Alberto la casa en las entrañas de la casa bética y su condición de «Guardián de Gol Sur», como se mostró en aquella pancarta en el Villamarín en 2017 con el protagonista en el antepalco en su silla de ruedas, con un bastón y tocado por su gorra.

Fue utillero hasta hace alrededor de 20 años, siempre bien acompañado en los últimos tiempos por las nuevas generaciones, a las que les contaba historias sobre Quino, al que consideraba el mejor de todos los tiempos, Luis del Sol o Pepe Valera y siempre bromeaba con su fino sentido del humor. Tras vivir en el Villamarín se mudó en 2017 a la ciudad deportiva, a la casa de Andrés. Allí hizo del césped su jardín y se quedaba en sus últimos años viendo los entrenamientos y dando paseos por el barrio con su andador. Pero la querencia hacia el Villamarín estaba en su ser. Cuentan que en la tarde del pasado 31 de diciembre su familia le buscaba para prepararse para la cena de Nochevieja. Tenorio no estaba en casa ni por los alrededores. Hasta que alguien cayó en la cuenta y todos fueron a buscarle al Villamarín. Allí, en el Gol Sur, estaba disfrutando de una placentera siesta en la que siempre será su casa. Con 94 años se ha marchado y, como reflejaba Alberto García Reyes en ABC de Sevilla en 2017 llevaba Tenorio al Betis en toda su piel: «Su mal de amores se lo curó la camiseta de su padre, llena de jirones retallados por doña Ana, que nos ha cosido las heridas de nuestro escudo para que no olvidemos nunca que la esperanza sangra y duele. Y que Alberto Tenorio Aldón es el guardián de la caja de la costura, una humilde lata de carne de membrillo, del Real Betis Balompié».
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