Atletismo
Adrián Ben, cuarto, roza la medalla en el 800
Mundiales de budapest
El gallego vuelve a quedarse a las puertas de la gloria en una gran cita
El oro más angustioso de Yulimar Rojas
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Iniciar sesiónA Adrián Ben, siempre vivaracho, se le quedó carita de pena. Ya tenía experiencia en finales de este tipo. Sexto en Doha 2019, quinto en los Juegos de Tokio 2021... Lugares inaccesibles que alcanzó siendo un pipiolo, como él mismo dice. Ahora, con 25 ... años, aún lo parece, pero ha ganado madurez y experiencia. Se veía más preparado que nunca para rubricar un 2023 excepcional, en el que ya celebró el oro europeo en pista cubierta, pero...
Pero le faltaron ocho centésimas. Ese tiempo mínimo le separó del bronce del británico Ben Pattison en la final del 800. Falta un día de Mundial y España sigue a cero en el estadio, viviendo de las rentas de los cuatro oros de la marcha.
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«No estoy contento, no me llevo nada colgado al cuello que pese, algo que brille...», dice el gallego, de Viveiro, aún cayéndole gotas de sudor de la frente. Para la final usó la misma táctica que tan bien le fue en las series y en la semifinal. Dejando hacer a los rivales mientras él se quitaba de líos en la parte trasera. Usando la cabeza antes de ponerse a exprimir las piernas. No le había ido mal.
Aguantó en la cola hasta prácticamente el último 100, donde lanzó su ataque, uno de los más demoledores que haya tenido nunca el atletismo español. «¡Corre, corre, corre!», se grita el español mentalmente en esos momentos, porque no quiere pensar en otra cosa.
Avanzó fácil los primeros obstáculos que se fue encontrando (Hoppel, Moula...), pero de repente se topó con una barrera. Tres atletas en línea, Pattison, Masalela y Sedjati, haciendo pared y frenándole el paso. Por delante, el canadiense Marco Arop (1:44.24) y el keniano Emmanuel Wanyonyi van asegurando el oro y la plata.
Ben tiene que abrirse. No le queda otra. «En ese pasito al lado me dejé las ocho centésimas», asegura. «Pero es absurdo pensar en eso ahora». Aun así acaba ese último cien en 12.91, más rápido que nadie. «Ya, ¿y qué? -se lamenta-. No sirve de nada. No me ha dado el podio».
Ben ansiaba esa medalla porque había mucha gente a la que se la quería dedicar: a su novia, la también atleta Agueda Marqués, mundialista en el 1.500; a su abuela, que sufre como nadie más en el mundo viendo a su nieto en la televisión; y a su entrenador, Arturo Martín, el técnico de Moratalaz artífice de colocar al chico en la élite del 800, una de las pruebas más duras e inescrutables. Ocho centésimas...
Ben se marcha triste de Budapest. «Cuando fui sexto en el 2019, me había ido tan feliz. Cuando fui quinto en los Juegos de Tokio, ya no me gustó tanto. Ahora ya me siento más exigente conmigo mismo, y eso está bien. Significa que quiero más. En unos días estaré mejor».
En unos días, el cuarto de Budapest será historia para él y estará ya pensando en el porvenir, de nuevo excitante. «Parece que voy pasito a pasito, ganando una posición cada vez, así que a ver en los Juegos de París...» El gallego ya tiene la mínima olímpica y sale del Mundial perteneciendo al exclusivo club de los atletas que han sido capaces de bajar de 1:44. No es un mal botín, por más que el cuello no le pese al abandonar el estadio en la calurosa noche de Budapest.
La final del 800 coincide con los momentos estelares del salto con pértiga, el jardín privado de Armand Duplantis, que gana con 6,10, pero falla en sus tres intentos sobre 6,23. La nueva plusmarca mundial tendrá que esperar.
El sueco comparte actuación estelar con Faith Kipyegon, que suma el oro en el 5.000 al que ya logró en el 1.500. Un doblete inédito en los mundiales.. La neerlandesa Sifan Hassan y la también keniana Beatrice Chebet acompañan en el podio a la atleta femenina del momento.
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