Alpinismo

Muere Tom Hornbein, héroe de la mayor hazaña del Everest

Fue la décima persona en pisar el techo del mundo y la primera en subirlo por la arista Oeste, considerada la más complicada

Además de Hornbein, solo ocho alpinistas en toda la historia han alcanzado la cima por este corredor que desde 1963 lleva su nombre

Al Everest sin piernas 

Thomas Hornbein, alpinista y médico en la montaña Jerry Kobalenko

A solo unos días de que se cumpliera el 60 aniversario de su hazaña, el corazón de Tom Hornbein dejó de latir el pasado 6 de mayo. Adiós a uno de los grandes alpinistas de la historia, protagonista junto a Willi Unsoeld de ... la gran hazaña del Everest -con permiso de la primera ascensión lograda por Hillary y Tenzing-. La apertura de una ruta tan complicada que desde que ambos la conquistaran en 1963 solo otras siete personas han conseguido completarla con éxito.

En honor a su valentía, el último tramo del ascenso por la arista Oeste -un barranco escarpado con una inclinación superior a los 50º situado en la cara Norte- se llamaría desde entonces el corredor Hornbein. Un escollo por el que solo han conseguido transitar hasta la cumbre nueve personas. La última, en 1991, lo que deja clara la dificultad de la ruta y la hazaña que protagonizaron ambos alpinistas en los años 60.

De hecho, Hornbein se convirtió entonces en la décima persona que pisaba el techo del mundo y eso que había pasado ya una década desde la primera ascensión de Hillary y Tenzing. Aquellos eran tiempos de aventura y de conquista de lo desconocido. Por eso la expedición estadounidense que se plantó ese año en el campo base buscó llegar a la cima, pero también entrar en la historia con esta nueva ruta que se reveló como la más complicada de todas.

Superada la cascada del Khumbu, apostados en el campo II, alcanzaron la arista Oeste a unos 7.300 metros. Mientras remontaban por esa arista, se encontraron con grandes dificultades, lo que les llevó a adentrarse en la cara Norte. En terreno chino. En ese momento no pensaron en las consecuencias políticas que podría tener. Nadie podría detenerles allí. Solo buscaban la gloria. Conquistar lo desconocido. Y a ello se lanzaron, porque nadie sabía qué se iban a encontrar. No había fotos ni mapas. Solo ellos y la montaña.

Ruta a lo desconocido

El mal tiempo se llevó por delante algunas de sus pertenencias en el campo IV, instalado a 7.600 metros. Poco después, se lanzaron a por la cumbre y se encontraron con un estrecho corredor que tiempo después tomaría el nombre de Hornbein. Allí tuvieron que superar una inclinación superior a los 50º, con pasos de escalada de gran dificultad. Una proeza para la época... y también para los tiempos actuales.

Después de casi once horas de escalada, alcanzaron finalmente la cumbre pasadas las seis de la tarde y con el sol languideciendo. Tras un breve paso por la cumbre, se lanzaron hacia el campo base por la ruta normal, por la que esperaban encontrar la ayuda de sus compañeros de expedición.

Junto a dos de ellos -Barry Bishop y Lute Jerstad-, pasaron la noche por encima de los 8.500 metros. En plena zona de la muerte. Retomaron el descenso a las cuatro horas y de camino recibieron la ayuda en forma de botellas de oxígeno de varios miembros de la expedición que habían acudido a socorrerlos.

Sin saberlo, habían concluido la primera travesía del Everest. El ascenso por la ruta Oeste y el descenso por el collado sur. Todos los miembros de la expedición fueron tratados como héroes a su regreso a Estados Unidos.

Después de aquello, Hornbein retomó su carrera como doctor y trabajó en el estudio de los límites humanos en altura. Fue profesor en la Universidad de Washington hasta 1993, en una vida que dedicó por completo a la montaña y a la medicina.

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