FÓRMULA 1 — Gran premio de Turquía
Ferrari no encuentra el mal
Los ingenieros de la escudería italiana no dan con la tecla para mejorar sus coches
JOSÉ MANUEL CORTIZAS
Dos semanas de abstinencia son un suplicio cuando la adicción llama a la puerta. Desde que Hamilton colocó en Shanghái la primera barrera de peaje para Vettel, el icono de la velocidad se ha alejado de los focos y objetivos en el peor momento. Pero ... su actividad no ha cesado ni un segundo. Sí, los pilotos gozaron de unos días de vacaciones con motivo de la Pascua, pero ello no les libró de lo que antes se tomaban casi como un divertimento y ahora traducen en una práctica cercana a la tortura. El simulador ha consumido sus meninges y alguno se pregunta el motivo . Hay que trabajar como se pueda para evolucionar los coches, pero ¿qué sucede cuando no se da con la tecla y el instrumento se mantiene desafinado? Fernando Alonso se plantea esa duda razonable.
El Mundial llega por fin a Europa. Bueno, es un decir, porque el trazado de Estambul reposa en la zona asiática de Turquía. Lo hace con el argumento de consolidar el mano a mano entre Red Bull y McLaren, ya que Ferrari ha desembarcado lagrimeando, a la espera de tiempos mejores cercanos, pero aún no inminentes . ¿Pose o realidad? Desde hoy comenzará a verse. Se atisban cambios en el F150. También en el resto.
Para Nicolas Tombazis, responsable de diseño de la casa de Maranello, los bólidos rojos deberán esperar para ocupar el lugar que merecen por dispendio. Ocurre algo parecido a lo del Madrid. Millones a espuertas que apenas se traducen en las vitrinas . Eso preocupa, mucho. Pone de los nervios a Montezemolo, el presidente, quien le ha cogido gusto al soniquete de la campanilla llamando a consultas. Y a su estrella al volante, un Fernando Alonso lastrado por la falta de chicha mecánica los sábados y maniatado incomprensiblemente en su otrora especialidad, las arrancadas. El ovetense también confía en la evolución favorable con la llegada a casa, en Barcelona.
Turquía, punto final
Turquía es un destino que pone. Una lástima que la F-1 parezca tener los días contados por estos pagos . Acaba contrato y Bernie Ecclestone, con una buena cartera de exóticos clientes en la recámara, puso su cara de póquer cuando reclamó a las autoridades locales el doble de lo percibido hasta ahora por los derechos del gran circo ambulante: 26 millones de dólares es tela marinera con la que está cayendo. Más en un país en el alambre que ha ido dando la espalda a este espectáculo en proporción directa al aumento de los precios de las entradas. Así, se ha pasado en cinco años de reunir a más de 200.000 aficionados en su estreno a apenas rozar los 30.000 en 2010 . «Es normal que no venga la gente. Pero las entradas son demasiado caras para la crisis actual», corrobora Mark Webber.
Mientras Webber asume su soledad y ve claro su futuro lejos de la excitación propia de la bebida energética que ha creado un equipo ganador, Vettel confía en haber vivido en China un simple «kit kat». En McLaren creen que las distancias respecto al RB7 se han reducido hasta ser actualmente de tres décimas de segundo —¿cómo se harán unos cálculos tan relativos?—. Ferrari necesita tocar pelo y lograr su primer cajón del curso en un trazado en el que Alonso nunca ha ganado. Massa lo hizo tres veces consecutivas. Quede el dato para enredar un poco más. Dice la estadística que para ganar en Estambul hay que partir desde la primera línea .
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