Sueño olímpico en pareja en un tatami

De repente, el sueño olímpico dejó paso a la incertidumbre. Ana explica cómo fueron los meses de confinamiento, obligada como tantísimos otros deportistas de élite a echar el freno a una vida orientada a la competición: «Lo llevé muy mal, yo necesito actividad física. No tenía medios para entrenar y mis padres viven en un piso de ciudad donde apenas tenía espacio. Entrenarse era una odisea y fue muy agobiante. Por otro lado, la situación era tan mala que no sabías qué iba a pasar con los Juegos». No tardaría en confirmarse el aplazamiento , un varapalo que pronto se convirtió en una oportunidad: «Lo veía todo muy negro, pero conforme fue pasando el tiempo, gracias a mi psicóloga, aprendí a enfocarlo de manera distinta y me di cuenta de que podía utilizar este año para mejorar».

Por algo parecido pasó Fran : «Cuando se confirmó el aplazamiento fue un alivio. Muchos países estaban pudiendo entrenar y nosotros estábamos encerrados en casa. Luego, la vuelta fue progresiva porque pasamos de entrenar al máximo a estar tres meses prácticamente parados». Para él serán sus segundos Juegos: « En Río era muy joven, apenas tenía 21 años y por un pequeño fallo me quedé sin opciones de medalla. Pero la experiencia fue una pasada, es un campeonato muy especial». Sin embargo, es consciente de que la cita del próximo verano será diferente: «Es muy triste todo lo que provoca la pandemia. El judo es japonés, estaremos en la cuna de nuestro deporte e iba a ser algo increíble. Estaban todas las entradas vendidas. A ver cómo evoluciona todo y qué medidas dejan», sostiene. Ana, por su parte, lamenta también las restricciones: «Unos Juegos son unos Juegos, pero da rabia que los tuyos vayan a ser con una situación tan complicada. Yo había comprado los billetes y el hotel a mis padres, pero al final no van a dejar entrar a extranjeros. Muchas de las cosas que te han contado de otras ediciones serán muy distintas».

A falta de cien días para que comiencen unos Juegos llenos de incógnitas, Ana y Fran afrontan estos meses con la tranquilidad de saberse con muchas opciones de estar en Tokio. «Estaríamos dentro, pero, como la clasificación no se cierra hasta junio, aún no es oficial», explican. Ana ha dejado atrás unas molestias en la muñeca que hace un año amenazaron su presencia en los Juegos, mientras que Fran es consciente de que acude con más experiencia que con la que fue a Río. «Acabo de salir de una pequeña lesión de tobillo y aún no estoy al 100%, así que tengo ganas de ver en qué momento me encuentro, siempre con la mente puesta en Tokio. Tokio es el examen final », dice Fran. «Hasta que no llegue el momento, no lo asimilo. Mi mente me dice que no piense en eso. Esta temporada lo he pasado muy mal y por fin he recuperado las buenas sensaciones», añade Ana. Ambos cuentan a ABC que evitan hablar de judo con el otro: «Nos apoyamos mucho, pero cada uno tiene a su entrenador y es con ellos con los que buscamos mejorar. Nos conocemos desde hace mucho tiempo e ir juntos a Tokio es un aliciente. Ojalá podamos hacer un buen papel».

Por el momento, siete judocas representarán a España en Tokio, dos más que en 2016: «Tres chicos y cuatro chicas. Somos un buen equipo. El judo español está en un gran momento y creo que hay muchas opciones de medalla en Tokio», señala Fran. Un evento que, aunque todavía está en el aire, empieza a coger forma en el horizonte: « Sabemos que la intención que tienen es vacunarnos, aunque aún desconocemos las fechas. Será pronto, imagino», dice Ana.