El sueco volador añade otro centímetro al récord mundial de pértiga

Los sabios del deporte rey consideran que el salto con pértiga es la disciplina más compleja por la variedad de virtudes que se requieren: velocidad, elasticidad, potencia, coordinación de movimientos... «Yo me siento rápido y fuerte en la pista. Se requieren muchos años de arduo trabajo, pero cuando lo haces bien, parece simple», explicó el sueco con la nacionalidad norteamericana en una entrevista en la BBC.

El campeón mundial y olímpico mejoró un centímetro su anterior registro, un 15 de febrero de 2020 en Glasgow, y lo hizo con suspense, en su tercer intento, mientras bailaba la barra después del suave toque con su rodilla. «He intentado saltar 6,19 metros unas 50 veces. Este récord ha tardado mucho en llegar, nunca he tenido una altura que me haya dado tantos problemas, así que es una sensación muy buena. Fue una lucha muy dura durante estos últimos dos años y estoy muy feliz», explicó Duplantis en la web oficial del atletismo, World Athletics.

Un puerto más en una etapa montañosa sin fin porque, según se infiere en sus apreciaciones, el sueco aspira a más, a la barrera de los 6,20 metros con la que nunca llegó a soñar Bubka.

Criado en Estados Unidos

Con 17 años saltó 5,90 metros en los Texas Relays. Con su mechón rebelde, su cara de no haber roto nunca un plato y un pendiente dorado en una oreja , Duplantis escenifica al adolescente perfecto, estudioso y entregado al deporte que practicaba su padre, Greg, atleta estadounidense de grandes brazos quien desarrolló una carrera estimable en esta disciplina (5,80 mejor como marca personal). Greg Duplantis construyó un foso de salto con pértiga en el patio trasero de la casa familiar en Estados Unidos, en Lafayette (Luisiana). A sus hijos les picó este virus. La madre, Helena, un destacada exhepatleta sueca, es hoy la representante del fenómeno, que adoptó la nacionalidad sueca por ella.

‘Mondo’ Duplantis, como se le conoce en el mundillo, lleva en realidad quince años superando récords. Con seis años lo filma su padre en un vídeo que se hizo viral: el pequeño ya saltaba 1,64 metros. Récord en su franja de edad. Su técnica es inmejorable, dicen los expertos. Su velocidad, altísima, propia de un velocista. Con once años ya estaba en 3,88 metros. Durante su estancia en la Universidad de Luisiana, en 2018, se convirtió en campeón de Europa tras un concurso memorable, saltando 6,05 metros en el estadio Olímpico de Berlín. Aquella hazaña quedó algo eclipsada por la irrupción de Jakob Ingebrigtsen como alma y figura de los campeonatos. En 2019 ya fue subcampeón mundial en Doha (5,97 metros). Llegaron entonces los récords en 2020 (6,17 m. y 6,18) en febrero de 2020 y el oro olímpico en agosto de 2021, un momento inolvidable que compartió con sus padres y entrenadores, los artesanos de sus grandes éxitos. Y su coronación como nuevo embajador de este deporte maravilloso.

Un proceso laborioso y extenso en el tiempo que él ha convertido con su ingenio de niño prodigio en algo que parece sencillo. Añadir un centímetro más a su palmarés. Este lunes, en una sala medio vacía de Belgrado, en la que él era el gran protagonista, festejó de nuevo otro éxito.