«No tenemos más problemas con el dopaje que otros países del mismo nivel»
Apenas lleva un mes y medio en el cargo y da continuidad al legado de Jaime Lissavetzky. Albert Soler se defiende con la palabra, preciso en su discurso, orgulloso del buen momento del deporte español
JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
El nuevo jefe del deporte español fue cocinero antes que fraile. Jugó doce años en la Liga de waterpolo, se licenció en Educación Física y practicó el rugby y el atletismo antes de embarcarse en la política. Albert Soler (Barcelona, 45 años) es secretario de ... Estado con credenciales de atleta. Corre el maratón en menos de tres horas y vive en una habitación de la residencia Blume de Madrid.
—¿Cuál es la función de un secretario de Estado para el deporte?
—Intentar mantener el equilibrio permanente en el deporte de alta competición. Trato de conseguir que el deporte tenga los instrumentos económicos, técnicos e infraestructuras para alcanzar sus objetivos, esa es la principal función.
—¿Un conseguidor?
—Más bien un facilitador. A veces en un papel mediador o intervencionista cuando es necesario. El objetivo del Consejo es la alta competición y trataré de que los deportistas trabajen en las mejores condiciones. Se trata de ligar la mayonesa y que no se corte.
—El deportista suele rechazar al político. Usted es un nombramiento político...
—Es correcta la valoración. Pero el deportista rechaza más la utilización partidista de los partidos políticos que al político. En definitiva, todo el mundo hace política entendida como instrumento de relación entre las personas...
—A su antecesor lo han criticado por capitalizar los éxitos del deporte español en fotos...
—Haga la reflexión al revés. Si no hubiese éxitos, sus adversarios habrían dicho que el deporte español no funciona. Utilización partidista es el caso de Marta Domínguez. Dicen que se la persigue por ser del PP... El caso está sub iudice. Nos han pedido pruebas y hemos aplicado el protocolo habitual.
—¿Hasta dónde está dispuesto a llegar con la tolerancia cero en el dopaje?
—Hasta el final o hasta el máximo que nos permita la ley y los recursos a nuestro alcance. El gran problema del deporte en el siglo XXI es el dopaje. Quien hace trampas no tiene sitio en el deporte.
—¿Están preparados por si cae alguna otra vaca sagrada del deporte español?
—Lo estamos. No sería la primera vez... No me preocupa que nuestros deportistas puedan caer en la tentación de la trampa porque la experiencia me demuestra que la inmensa mayoría no lo hace. España no tiene ni más ni menos problemas con el dopaje que cualquier otro país de su nivel.
—Antes venían aquí a doparse...
—No había ninguna legislación. Ahora sí. Si pones un radar en la carretera de Extremadura cada diez metros y en la de Andalucía cada veinte, seguro que pillas a más gente en la primera. ¿Eso quiere decir que los extremeños conducen peor?
—Desde el extranjero se cuestionan muchos éxitos españoles...
—¿Y quién lo hace? Otros países de nuestro ámbito que no tienen nuestros éxitos deportivos, conseguidos sin dopaje. Y no es justo que se diga que estamos en el top gracias a una permisividad con el dopaje. Primero, no es cierto. Y segundo, lo dicen los que no tienen triunfos.
—¿Hubo injerencia política en el caso Contador?
—Cuando Zapatero hizo ese comentario, ya estaba tomada la decisión y él no lo sabía. Sí considero injerencia política, por ejemplo, que una ministra francesa diga que Alberto Contador no puede participar en el Tour.
—¿La policía puede ir delante de los ladrones?
—El dopaje evoluciona a pasos agigantados y tenemos que estar a la altura. Debemos cambiar ya la ley de 2007 porque en cuatro años se ha quedado anticuada. Las nuevas tecnologías han acelerado la implantación del dopaje en el deporte.
—Estamos en la edad de oro del deporte español, pero con más escándalos que nunca. Operación Puerto, Maribel Moreno, Galgo, Marta Domínguez...
—No es comparable el número de victorias con los escándalos. Tiene diez dedos y le sobrarán varios para contar los escándalos... En cualquier caso eso demuestra que no tapamos nada.
—¿Cómo se puede explicar que el fútbol español tenga una deuda de miles de millones y se haya planteado una huelga porque quiere más dinero?
—Es una cuestión elemental. El fútbol gasta más de lo que tiene. Si cobras diez, tal vez un mes puedes gastar once, pero al siguiente debes gastar nueve. Si gastas mil, te quitarán el coche, no pagarás la hipoteca y tus hijos dejarán de ir al colegio. ¿Por qué en el fútbol no sucede esto? Porque es muy barato endeudarse. ¿Por qué no se autorregula el fútbol?
—Ahí tienen un motivo para el intervencionismo necesario.
—¿Por qué hay que hacer una ley para que un organismo privado se autorregule? ¿Tiene que ser el papá Estado el que firme que dos clubes descienden porque no cumplen? ¿El Gobierno debe pagar los platos rotos de una mala gestión de los demás? Si deben 700 millones a la Hacienda pública...
—¿No hay solución entonces?
—Vamos a poner en marcha la ley del deporte profesional y tendrá que haber un órgano regulador independiente.
—¿Cómo se enganchó al deporte?
—Mis padres me llevaron a una piscina cuando era pequeño, al club Esportiu Mediterrani de Barcelona, en el barrio de Sants, y desde entonces no he salido del agua. Jugué durante doce años al waterpolo y estuve en la División de Honor. Cobraba, al cambio, unos 150 euros al mes más la comida. No puedo decir que fuese profesional...
— ¿Sus padres estaban ligados al deporte?
—En absoluto. Mi padre es ingeniero industrial y mi madre tenía una tienda de ultramarinos en el mercado de Esplugas.
—Tiene una marca de 2 horas y 58 minutos en maratón. ¿Es su mayor orgullo?
—Correr engancha mucho... Si no tengo una comida de trabajo, siempre me voy a correr. Y ahora me va incluso mejor para desconectar.
—Y vive en la Blume, una residencia para deportistas de elite. ¿Por algo en especial?
—Allí me siento como en casa. Si es buena para los deportistas, ¿por qué no a va ser buena para un secretario de Estado?
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