golf
En la playa de Somo
En la salud y en la enfermedad, Severiano daba sus paseos por la fina arena desde El Puntal a Loredo
En la playa de Somo
El golf es un deporte para mentes, y mentalidades, fuertes , resistentes al desaliento, que no cejan en el empeño. Por un día que se da bien, trescientos salen fatal. Pero hay que seguir ahí: practicando el “swing” y lo que no es el “ ... swing”. ¡Y benditos quienes lo consiguen!
Severiano Ballesteros en esto era un genio (qué decir que no se sepa): un maestro en la perseverancia. De chico de pueblo a señor y orgullo de su tierra. Por eso, en la salud y en la enfermedad, resultaba habitual verle pasear por la kilométrica playa de Somo, frente a su Pedreña natal. De El Puntal a Loredo. Ida y vuelta, con la ciudad de Santander de fondo, como la postal señorial y decadente que siempre ha sido.
En la salud y en la enfermedad, Severiano daba sus paseos por la fina arena de las dunas de Somo, con el viento, que allí sopla y resopla, a favor y en contra. En la salud, caminaba raudo, como quien no quiere que se le reconozca (ese carácter reconcentrado, tal vez un poco huraño pero noble, de las gentes del norte), como el jugador que tiene un solo objetivo en la cabeza: sacar la bola del “bunker” en un golpe maestro y enfilar la verde pradera del “green” que tiene en el horizonte.
En la enfermedad, su caminar era lento y pesado . Le costaba sacar la bola de ese “bunker” de arena fina y suave que acabó siendo movediza bajo sus pies. El “green” cada vez se encontraba más lejano y difuso en la mirada. Y el “hándicap” se le ponía cada vez más cuesta arriba.
Este verano ya no le veremos andar por la playa de Somo , hacia El Puntal, pensando en cómo dar ese último golpe maestro, con cuál palo y con cuál efecto, pero las gentes de allí y quienes paramos por allí recordarán sus concentrados paseos en la salud y en la enfermedad.
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