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Motor

Rallys en España, riesgo y adrenalina por amor al volante

Cada vez con menos patrocinadores y sin premios en metálico para los ganadores, los pilotos perpetúan sus sueños a costa de su propio patrimonio en un deporte con muchísima afición y en el que el debate de la seguridad sigue sin cerrarse

Oliver ySergio, pilotos vascos, junto a su modesto Ford Focus Guillermo Navarro
Emilio V. Escudero

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Oliver trabaja de mecánico en un taller y Sergio es soldador en San Sebastián, pero este fin de semana son pilotos de rally . Han viajado solos hasta Madrid en su furgoneta, llevando en el remolque un vetusto Ford Focus con más de diez años de vida en el que han invertido buena parte de sus ahorros. Alrededor de 5.000 euros que esconden una ilusión. La de volar sobre los caminos de tierra de Paracuellos del Jarama y emular, por un instante, a sus ídolos. Riesgo y adrenalina por amor al volante, porque hace tiempo que los rallys en España dejaron de repartir premios en metálico. Un deporte de masas, que atrae multitudes a las cunetas, pero donde ya no llega el dinero como lo hacía antaño.

«¿Nombre del equipo? Nosotros somos dos amigos. Ni equipo ni nada. Esto lo hacemos todo nosotros. Por amor al volante. Compramos este coche y lo montamos de cero. Mira» , explica Oliver mientras abre la puerta de su Focus. Lo muestra con la emoción de un chiquillo, feliz por poder disfrutar de su pasión gracias al sudor de su frente. «Venir aquí este fin de semana desde el País Vasco nos cuesta un pico. Otros se lo gastan en otras cosas, pero a nosotros nos gusta esto, qué le vamos a hacer», señala resignado y pleno de satisfacción. Aseguran que esa inversión solo «duele cuando se rompe algo», pero que mientras vuelan por los tramos son felices.

Es la suya la filosofía principal de los pilotos de rallys en España, donde la gran mayoría no son profesionales . Solo un pequeño porcentaje -entre el 5 y el 10 por ciento, según fuentes federativas- pueden permitirse vivir exclusivamente del volante. El resto deben hacer cabriolas para subsistir en un deporte que atrapa a pesar de todo. Eso es lo que le ocurrió a Alberto Bueno, al que siendo un niño ya le olía la ropa a gasolina. Su padre, cronista de motor en una de las revistas más importantes del país, trató de disuadirle consciente de la dificultad que entrañaba el mundillo, pero pudo más la pasión y ahora disfruta viéndole correr.

Ell piloto sevillano Alberto Bueno G. Navarro

En sus más de diez años de experiencia en los rallys, Bueno ha vivido de todo. «Empecé vendiendo papeletas en la Feria de Sevilla para poder correr mi primer rally y desde entonces he ido ganando y creciendo poco a poco. Me he tenido que buscar mucho la vida, hablando con empresas que te apoyan para que esto no te cueste mucho. Es cierto que muchos somos amateur, pero eso no significa que no hagamos las cosas de manera profesional», apunta. Lo hace detallando las virtudes de su Ford Fiesta , el mismo que cualquiera puede tener aparcado en la calle, pero con «alrededor de 10.000 euros de mejoras en seguridad» . Se refiere Bueno a las barras antivuelco, el sistema de extinción o los cristales laminados. «Son elementos que funcionan. Por desgracia hemos tenido algún golpe a 150 o 160 por hora y aquí estamos», apunta. El suyo es un equipo más estructurado. Al menos, tiene a quien le ayude con la mecánica cuando acaba el día, aunque no siempre ha sido así. Muchos de los que acuden este fin de semana al Rally de Madrid, o a otros muchos que se celebran cada mes por toda la geografía española, tienen que trabajar en sus propios coches y al acabar el domingo deben pensar en volver a su vida laboral. « Yo, pase lo que pase aquí, el lunes a las siete y media tengo que estar en la gestoría … y me tocará hacer alguna hora extra o perderme el festivo del martes para recuperar lo que he perdido aquí», señala este sevillano, cuya luna de miel consistió en un viaje a Galicia para participar en un rally. Su Ford Fiesta, por fortuna, cuenta con varias pegatinas que le aseguran no pasar fatigas para llegar a fin de mes. Aun así, reconoce que si se sube al coche es por pasión. «Te la juegas porque te gusta, pero también para ganar, aunque sepas que no hay premios o que si los hay son casi simbólicos. Arriesgas para que esa empresa que te apoya tenga más visibilidad y siga contigo. Así, quizá, el año que viene podrás mejorar otro poquito. Al final, se trata de eso. No creo que Nadal o Gasol, por ejemplo, ganen solo por el dinero. Lo hacen, principalmente, por sus valores y su ambición, y aquí ocurre lo mismo. Claro que nos gustaría que hubiera más recompensa, pero ahora mismo es lo que hay», explica.

Sin premios en metálico

Se refiere a la falta de premios en metálico que dejaron de existir hace años. La crisis y la dificultad de los organizadores para cubrir gastos hizo que la federación (RFEDA) prescindiera de ellos. Ahora, según explica un portavoz, se destina ese dinero a ofrecer un servicio de streaming que ayuda a promocionar este deporte y a hacerlo más atractivo para los patrocinadores.

Detalle de un N5 del equipo RMC MotorSport G. N

No siempre ha sido así y lo sabe bien Luis Moya , doble campeón del mundo de rallys como copiloto de Carlos Sainz. «En los 90, nosotros salíamos en las portadas de los periódicos y abríamos el telediario porque en España no destacábamos en tantos deportes. Hoy en día eso ha cambiado y nuestro mundo lo ha sufrido mucho. Es una modalidad muy cara, aunque creo que la federación lo está haciendo bien para devolver al rally a sus años de gloria», apunta el gallego.

Según se avanza por el parque cerrado, situado estos días en una circunvalación de Paracuellos del Jarama, los boxes de los equipos van haciéndose más y más grandes. De la furgoneta de Oliver y Sergio a los camiones que transportan a los mejores coches de la parrilla y que están situados al otro extremo apenas hay unos metros, pero las diferencias son evidentes. No falta en ningún coche un lazo negro, a modo de recuerdo a Jaime Gil y Diego Calvo , fallecidos en un accidente en el Rally de Llanes hace solo dos semanas, y que sirve también de advertencia. Aunque este tipo de siniestros mortales sean poco frecuentes en este deporte, el riesgo existe y está ahí cada vez que comienza un tramo.

lazo negro por los pilotos fallecidos en Llanes G. N

Por eso, la seguridad ha ido creciendo en los últimos años, minimizando los daños, aunque no en todas las categorías por igual. En cada prueba del Nacional conviven coches de todo tipo, cada uno con sus homologaciones, que cumplen todos con los requisitos de la RFEDA o de la federación territorial de turno. Medidas que no siempre resultan suficientes para evitar la tragedia. «Muchas veces, el 80 por ciento de la parrilla de un rally está formada por coches antiguos que no deberían correr , porque lo hacen con medidas de seguridad que están lejos de los estándares de calidad actuales. Pero, claro, los rallys viven de la gente que participa y necesitan gente de todo tipo para cubrir gastos», explica a ABC un participante que prefiere mantener el anonimato. En este sentido, habla también Javi Villa, actual campeón de España de rallys de montaña. «Todos estamos de acuerdo en que se permita correr a un Marbella, un Mini o un Serie 1, pero la parte de seguridad tendría que ser igual que un coche actual. Si no hay 100 coches en un rally porque 30 no cumplen con eso, pues lo siento, porque amo este deporte, pero hay que primar la seguridad. Creo que es buen momento para sentarse y hablar de nuevo de la seguridad, porque no son lo mismo las barras antivuelco que van atornilladas al suelo del coche que las jaulas de seguridad que existen a día de hoy donde todo va soldado e integrado en el chasis», apunta.

Las barras de seguridad de uno de los coches Guillermo Navarro

Sobre seguridad sabe mucho Roberto Méndez , una de las figuras de este deporte en España (fue tres veces campeón del Nacional de montaña), que actualmente dirige uno de los equipos punteros -el RMC MotorSport - y que cuenta con un taller en Villablino desde donde trata de revolucionar el mundo de los rallys. Allí ideó y fabrica desde hace años coches de máxima categoría , pero a mitad de precio de lo que cuesta en una marca oficial. Tanto éxito ha tenido que le llegan pedidos de media Europa. «Nosotros cogemos un coche de calle y lo transformamos por la mitad de precio que uno salido de una fábrica oficial que puede costar alrededor de 250.000 euros. Además, nuestros N5 están por delante de todos en seguridad. Incluso un paso por delante de los R5 (que son los coches de más alta gama dentro del Nacional), pues a nosotros nos han exigido mucho más en las certificaciones al ser un fabricante local», señala, al tiempo que muestra con orgullo el interior de uno de sus vehículos desplazados a Madrid. Por dentro puede verse un enjambre de barras perfectamente acopladas y distribuidas por todo el interior, muy distinto de lo que puede verse en otros coches de la parrilla. Como explican desde la Federación, hay arcos de seguridad de 1.000 euros y otros de 15.000. Diferencias que, muchas veces, invitan a levantar el pie del acelerador. «Cuando vas con unas barras atornilladas al suelo del coche lo sabes y no es igual tener un golpe con eso que si vas dentro de una jaula soldada o si llevas un mono ignífugo de última generación », apunta otro de los participantes cuyo nombre no quiere aparecer reflejado en público.

Miembros del equipo Toyota, durante el Rally de Madrid realizando trabajos en su coche Guillermo Navarro

Miedo que saca a la luz un problema difícil de atajar mientras la sangría económica continúe golpeando a esta modalidad. Deporte que atrae a masas y que aglutina pasión, pero que vive anclado en el pasado en algunos aspectos por culpa, principalmente, de la falta de dinero. Carencia que no puede con los sueños de Oliver López y Sergio Villar y que no ha frenado tampoco a Alberto Bueno. Su pasión, como la de la mayoría de la parrilla, mueve aún a este deporte. «Todos los que participan tienen un amor increíble a los rallys y a ellos hay que decirles que los sueños se cumplen. Que hay que trabajar mucho, pero que se pueden hacer realidad y de eso, el mayor ejemplo, es Carlos Sainz », sentencia Moya, en un guiño de ilusión para los más jóvenes.

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