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Golf

El primer grande del pequeño Kepa

Esta semana, en el PGA Championship, Jon Rahm busca la inspiración en su hijo para abrir su palmarés en los ‘majors’

Jon Rahm aparece como gran favorito para el triunfo en las apuestas de esta semana AFP

Miguel Ángel Barbero

Jon Rahm no es un tipo cualquiera. Basta con haber seguido su trayectoria en los últimos años para darse cuenta de eso. Ha subido los escalones destinados a las estrellas a triple velocidad y, a sus 26 años, ya ha conseguido mucho más de lo que cualquier golfista puede desear. Incluso en el plano personal su vida tampoco es ordinaria. Cuando la mayoría de los jóvenes no abandonan el hogar familiar hasta entrada la treintena, él se casó con su novia de la universidad a los 23 y ahora, tres años después, ya tienen un hijo a quien cuidar y, sobre todo, del que disfrutar.

Sabiendo la importancia que el de Barrica le da a la familia, es fácil de comprender que esta semana sea una de las mejores de su vida. El pequeño Kepa le acompaña por vez primera en un torneo y eso se ha convertido en su mejor estímulo de cara al PGA Championship que hoy comienza. «Cuando vuelvo a casa y le tengo en brazos me olvido por completo de que estoy en plena competición y de que estamos jugando un grande», comentó Rahm antes de que comenzase el segundo ‘major’ de la temporada. Poco le importaba en aquel momento que el recorrido de Kiawa Island fuese el más largo de la historia del torneo o que los fuertes vientos que se esperan esta semana en la costa atlántica de Carolina del Sur puedan convertir el diseño de Pete Dye en una auténtica tortura. «Realmente no vale de nada preocuparse ni obsesionarse con las estrategias. Si realmente el campo está tan duro lo será para todos igual y no valdrá otra cosa que comprometerse con los golpes y tratar de hacerlos lo mejor que se pueda», asegura.

La guerra en la orilla

El Ocean Course del complejo de Kiawa Island se concibió para la Ryder Cup de 1991, donde su vivió una de sus ediciones más memorables. Y también la más alejada del actual espíritu del torneo. Con la Guerra del Golfo recién terminada y el ánimo nacionalista exacerbado, los estadounidenses se lo tomaron como una auténtica batalla campal y utilizaron todo tipo de triquiñuelas para superar a los europeos. Incluidas las de hacer trampas con las bolas, como denunciaron Ballesteros y Olazábal ante Azinger y Beck en una mítica discusión.

Después de unos años de ausencia de grandes campeonatos, este magnífico diseño en el que priman la arena y el agua volvió a ser el centro de los focos. Fue en 2012 cuando Rory McIlroy se lo comió literalmente en un PGA Championship que ganó por ocho golpes al inglés David Lynn. Lo que hace que hoy, nueve temporadas después, el norirlandés vuelva a ser favorito para ganarlo. Sobre todo porque viene de triunfar a lo grande en el Wells Fargo y ya se sabe que es un jugador que suele prolongar con éxito sus rachas ganadoras.

Junto a Rory, las esperanzas europeas pasan por Jon Rahm , que ya está más que preparado para pescar su primer salmón. Con la cabeza más centrada que nunca y con su juego cada vez más preciso (hay que recordar que cambió de material el pasado invierno) puede completar un camino en los grandes de lo más destacable: la tercera parte de sus actuaciones las salda con un top 10 y en las dos últimas ha sido quinto y séptimo. Además, el PGA se le da bien (fue cuarto en 2018) y está pletórico de moral.

Quien no llega tan motivado es Sergio García , el otro español. No termina de encontrar su momento y es toda una incógnita para esta semana.

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