Golf

Olazábal: «Ya no puedo dar más de lo que doy; el campo se me hace eterno, injugable»

El guipuzcoano falló el corte por trece golpes y se plantea retirarse después de jugar 33 ediciones en 37 años

Olazábal, durante el Masters de Augusta AFP

El Masters de Augusta es el torneo más especial del mundo del golf. Aparte de su propia historia, que data de 1934, se jacta de mantener una serie de tradiciones que le diferencian de los demás, como es el hecho de permitir jugar a sus ... campeones por tiempo indefinido. Esto quiere decir que, al margen del estado de forma o de salud de cada uno, un ganador puede seguir visitando el National toda su vida. José María Olazábal (Fuenterrabía, 56 años) lleva viniendo a Georgia desde 1985, pero sus estancias cada vez se le hacen más cuesta arriba.

-¿Cómo se afronta cada año la semana del Masters?

-Con una doble sensación. Por un lado es muy bonito volver a reunirte con tus amigos, poder asistir a la cena de campeones y a todas las celebraciones que lo acompañan. Mas, desde el punto de vista deportivo, es todo un suplicio tratar de competir con jugadores treinta años más jóvenes en un campo cada vez más complicado.

-¿Cuáles son las principales dificultades con las que se encuentra?

-Básicamente con la longitud. Cada temporada le van sumando más metros al recorrido y eso se traduce en que los veteranos tenemos que pegar palos más largos. Es decir, que mientras que un jugador del circuito pega un hierro 7 yo me tengo que plantear una madera 5, lo que hace que mis tiros sean más difíciles y descontrolados. Y luego, eso es igual para todos, te encuentras con los problemas de unos greens endemoniados.

-El año pasado usted pasó el corte y fue el único veterano en conseguirlo. Sin embargo, este año ninguno lo ha superado. ¿Está llegando el momento de que los seniors dejen de participar?

-No creo que haya que llevar las cosas tan lejos, yo voy a hablar por mí mismo. Es ley de vida y bastante hacen con que nos dejen jugar. Hay campeones como Bernhard Langer (64) o Fred Couples (62) que se manejan aquí de maravilla y pueden jugar las cuatro vueltas si se dan las condiciones apropiadas. Pero en mi caso tengo muy poco margen. Ya no puedo dar más de lo que doy y tengo que hacerlo todo perfecto en un campo que se me hace eterno, injugable. Las posibilidades de que me salga todo para hacer la machada de jugar el fin de semana son cada vez menores.

-Pero no siempre ha sido así. De hecho, cuando usted ganó en 1994 y 1999 también era un reto muy duro. ¿En qué ha cambiado el campo en estas décadas?

-Pues básicamente en el mayor metraje de los hoyos, porque lo cierto es que si comparamos los palos que pegábamos hace treinta años con los que se juegan hoy en día son casi los mismos. Pero claro, mezclar las distancias de ahora con los materiales de entonces es ciencia ficción.

-¿Y eso en qué se traduce?

-Pues en que afronto cada vuelta sabiendo que voy a sufrir. Y eso es muy duro. Entre que mi momento de forma no es el apropiado y que no empalo la bola como debo, me veo obligado a jugar unos golpes que dan miedo. Y tampoco tiene mucho sentido pasarlo mal porque sí.

-¿Está pensando entonces en dejar de venir al Masters?

-Ahora mismo no lo sé, ya veremos. No voy a decir ni que sí ni que no, dependerá de cómo me encuentre el año que viene. Si veo que soy capaz de firmar una vuelta decente de dos o tres sobre par y no hacer el ridículo pues entonces regresaré; si no, preferiré no hacerlo.

-Eso suena muy duro para alguien que, como usted, tiene esta semana marcada en su calendario desde hace décadas. ¿Podría sorportar estar en abril en su casa, ajeno al Masters?

-Uff, pues no lo sé, es toda una vida viniendo aquí... pero no es lo mismo venir para las celebraciones y para hablar de recuerdos que para sufrir en el campo. Me refiero más bien a la parte deportiva, no podría cortar con el Masters porque es parte de mi vida.

-La temporada, de todas formas, no ha hecho nada más que comenzar para usted. Desde que cumplió los 50 pertenece al Champions Tour y ahí se reencuentra con otros grandes jugadores de su generación. Después de una semana tan dura como esta, ¿ese circuito son unas vacaciones?

-Bueno, no tanto. Allí también hay que jugar muy bien cada semana y hacer muy pocos golpes para estar ahí arriba. Pero es cierto que las condiciones son más amables y los campos más asequibles. En ningún caso tengo que jugar maderas de segundos tiros, aunque necesito mejorar mi nivel para empezar a sacar buenos resultados. Y, sobre todo, para volver a disfrutar con el golf.

-¿Eso incluiría algún torneo del Circuito Europeo en España?

-No, no, eso ya son palabras mayores. Esa época ya pasó para mí.

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