No respirar y callar al cerebro

Empezó por curiosidad, sin ningún motivo real, solo por un curso en 2018. «Y se convirtió en una prioridad. Sueño que hago largos bajo el agua. Me interesaba cómo controlar la mente para estar al cien por cien aun en una situación así. Conocerme para saber cómo estar relajado en condiciones donde todos estamos estresados . Porque el ser humano aguanta varios días sin comer o sin beber, pero sin respirar… es más primario. La sensación de ahogo es una de las de mayor sufrimiento», explica.

En la superficie, la apnea es mantenerse el mayor tiempo posible bajo el agua sin respirar. O bajar en vertical, o en la modalidad de Aparisi , apnea dinámica sin aletas, desplazarse en horizontal. Pero por debajo hay mucho más. « Consiste en estar presente en el segundo en el que estás . En la brazada que das. Parece muy simple explicarlo, pero...».

Estar presente solo en este momento es un pensamiento que se entrena. Aparisi, que todavía se considera un aficionado, lo trabaja con meditación, centrándose en una parte de su cuerpo para anclarse en el ahora, con gimnasio y con pruebas cortas. Durante la cuarentena, alejado de las piscinas, lo hacía en seco mientras realizaba alguna otra actividad. Hasta alcanzar los cinco minutos sin respirar. ¿Hay que engañar al cerebro y decirle que todo va bien? « Al contrario, tienes que contarle en todo momento lo que está pasando . Claro que nota la sensación de ahogo. Pero hay que aprender a hacerlo callar cuando habla demasiado. Y nuestro cerebro no para de hablar y pensar en mil cosas a la vez. Sobre todo, anticipa mucho. No está en el ahora, sino en lo que va a venir. Y cuando piensas en lo que todavía queda, la sensación de ahogo se multiplica».

A pesar de lo que pueda parecer quedarse sin respirar, el valenciano subraya que no es un deporte de riesgo: «Lo máximo es que pierdas el conocimiento. Un simple apagón, con un par de palmaditas en la cara vuelves en sí . Y el apagón llega cuando te queda un 40 % de saturación de oxígeno en sangre. Un buen margen. Asusta un poco, sí, da respeto, pero es algo que sabes que puede pasar y que trato de evitar».

Como los maratonianos, también en la apnea hay un muro que Aparisi afronta por partes. «En el récord de España, mi mayor sufrimiento llegó de los 50 a los 100 metros. Es cuando piensas en abandonar, cuando te dice tu cerebro que no vas a poder . Pero en cambio mi cuerpo estaba perfecto; mareado pero sin la necesidad urgente de respirar por la hipoxia. Esas adaptaciones no le gustan y te pide salir. Luego se calma, colabora, puedes hacer que se relaje, pero no demasiado. La última parte es reactivarlo para no caer en la inconsciencia», analiza.

En poco más de un año se convirtió en uno de los mejores de Europa, no obstante, Aparisi no esconde que sufre cada vez que se sumerge. «No puedo apartar esas ganas de respirar, pero trabajo para pasarlo lo más tranquilo posible. El objetivo es no pensar en nada, y ahí todavía estoy aprendiendo. Algunos sí encuentran cierto placer en ese momento bajo el agua. Yo no, yo sufro, mucho, y a veces me preguntó qué necesidad tengo. Pero es la búsqueda de ese control absoluto lo que me atrae tanto ». Paralizadas las competiciones por el coronavirus, estos meses ha seguido empapándose de estudios sobre apnea y magia. Estaba convencido de que podría superar su récord y quiere probarse. Y si lo dice su cerebro, al que ha conseguido callar, el truco saldrá perfecto.