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Golf

Nervios de acero contra la presión

Psicólogos y deportistas de élite analizan donde está el límite de la paciencia

Sergio García ha protagonizado distintos episodios de ira en su carrera AFP

MIGUEL ÁNGEL BARBERO

La semana pasada el deporte mundial se sorprendió con una noticia inesperada: Sergio García había sido descalificado del torneo de Arabia Saudí por mala conducta. Sin una razón clara, el golfista español pedió los nervios en la tercera ronda y comenzó a arrastrar los pies en los greens de varios hoyos, hasta el punto de causar graves destrozos que provocaron las protestas de los golfistas que jugaban en los siguientes partidos. Ante esta insólita situación, la dirección del Circuito Europeo decidió expulsarle de la prueba, algo que nunca antes había sucedido en la historia del Tour.

Las recriminaciones al comportamiento de García no se hicieron esperar, sobre todo porque el golf es un deporte en el que la cortesía es un elemento imprescindible y el cuidado de los campos es algo sagrado. Le cayeron duras críticas de sus propios compañeros y, aunque rápidamente declaró su arrepentimiento por lo sucedido, cabe preguntarse qué pudo pasarle por la cabeza en ese momento . A pesar de su entrenamiento mental como deportista de elite, ¿puede estar una estrella concentrada todos los días de su carrera sin perder alguna vez los nervios? «El golf es un deporte en el que la cabeza es tan importante como la técnica -indica Óscar del Río , psicólogo de la Federación Española - y con las nuevas generaciones entrenamos las estrategias mentales desde pequeños». Sin embargo, las generaciones anteriores, como la del casellonense, no se preparaban en ese sentido. Eso no quiere decir que no puedan hacerlo ahora. «Los chicos aprenden a tolerar la frustración y a relativizar los éxitos y los fracasos - apunta Del Río- pero en cualquier momento se puede empezar un trabajo psicológico con los pensamientos, las creencias y los sentimientos propios para conocerse uno mejor».

Sin venir a cuento

Al margen de que el carácter del de Borriol le haya llevado a sumar distintos episodios desagradables en su carrera, nunca antes habían sido de esta gravedad. Y lo que más sorprendió es que se produjo en un torneo sin apenas repercusión, a primeros de temporada y cuando estaba pasando por un momento dulce de juego (encadenaba siete top 10 consecutivos con un triunfo en Valderrama desde septiembre). «No sabemos lo que pasaría por su cabeza, pero no hay que olvidar que la figuras también son personas y es difícil aislar los problemas profesionales de los personales. Eso hay que saber controlarlo y se puede entrenar», comenta José Manuel Beirán , que a su profesión de psicólogo le une su vivencia como subcampeón olímpico de baloncesto. «Por lo que me han contado, no fue una explosión concreta, sino que llevaba ya varios días quejándose de los greens, de los bunkers, de los caddies... lo que demuestra que el problema venía de lejos y lo fue arrastrando hasta ese día». Así las cosas, la descalificación fue incluso positiva para él. «Cuando juegas en un deporte de equipo y pierdes la cabeza siempre hay un entrenador que te sienta en el banquillo para que te calmes; pero en uno individual eso no sucede; por eso creo que le vino mejor que le expulsaran y que pasara página. Si hubiera seguido en competición, la siguiente jornada se habría reproducido el problema, porque claramente lo llevaba dentro».

Explosión de ira

Esto lleva a preguntarse dónde está el límite de cada uno, si hay un momento en el que se pierden los estribos hasta el punto de hacer cualquier barbaridad, como en la película «Días de furia» . «Está claro que todo el mundo tiene un límite en su paciencia y es distinto en cada cual, pero afortunadamente no se dan habitualmente situaciones tan extremas -prosigue Beirán-; lo importante es tener el control de las emociones y no llevarse los problemas de casa al trabajo o viceversa. Si se llega a una situación extrema es porque no te puedes controlar y eso se puede corregir». O sea, que no es problema de no saber aguantar la presión. «Desconozco si Sergio habrá trabajado específicamente con algún colega, pero no me cabe duda de la soporta bien; si no, no habría ganado el Masters de Augusta », concluye Beirán.

En una situación de máxima tensión, cualquiera puede perder los nervios. La clave está en saber frenarse. «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra - comenta el también medallista José Luis Abajo ’Pirri’ - pero con los años y la experiencia te vas templando. Cuando era cadete tenía la mala costumbre de tirar la careta al suelo como gesto de rabia, pero me di cuenta de que era una falta de respeto a la esgrima y a los competidores, así que dejé de hacerlo. Y_puedo decir que nunca en mi carrera me han sacado una tarjeta negra». Por eso, el ex baloncestista José Luis Llorente cree que nunca hay que olvidar los valores del deporte. «Lo que no se puede es perder las formas. Es necesario que desde niño te enseñen lo que se puede hacer y lo que no, y las reacciones violentas nunca están justificadas».

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