Los momentos más espectaculares de la París-Roubaix

Famosa por el terreno irregular en el que se disputa y por los sectores de adoquines, es la número uno dentro de los monumentos (las cinco pruebas con más raigambre en el ciclismo, Milán-San Remo, Tour de Flandes, París-Roubaix, Lieja y Giro de Lombardía). Además de Infierno del Norte, se la conoce como «un domingo en el infierno» (también el título de una película sobre la carrera de 1976), «la reina de las clásicas» o La Pascale. La carrera está organizada por el grupo Amaury Sport Organisation (ASO), la misma empresa que organiza el Tour.

Desde 1977, el ganador de la París-Roubaix recibe un adoquín como premio, mientras el resto de los ciclistas tiene como premio una reconfortante ducha en el velódromo de Roubaix.

El prestigio de la carrera tiene que ver no solo con su tradición, sino con el miedo que genera por las dificultades del recorrido, la posibilidad de averías y los más que probables pinchazos.

El trazado se mantiene bien conservado por Les Amis de la París-Roubaix, un grupo de aficionados de la carrera que se formó en 1983 y que trata de mantener los tramos de adoquines en buen estado para el paso de los ciclistas .

Los belgas Roger de Vlaeminck (1972, 1974, 1975, 1977) y Tom Boonen (2005, 2008, 2009, 2012) son los ciclistas que más veces la han ganado, cuatro. A esa cifra aspira el suizo Fabian Cancellara, que ha vencido en tres ocasiones (2006, 2010, 2013).