Fuera de categoría
Cris Lazarraga, domadora de olas
Subida encima de una moto desde que era niña, subcampeona de Europa 2020, lucha contra las olas de todo #el mundo mientras intenta impulsar este deporte, atractivo y espectacular, sobre todo entre las mujeres
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Iniciar sesiónSon puro espectáculo. Imposible no pararse un instante a contemplar cómo se vuelan sobre el agua. Pero pocos, y muy pocas, saben que las motos náuticas son un deporte, profesional, internacional , aunque no haya crecido lo suficiente a pesar de su atractivo. Sobre ... todo en España. «Somos el país que más motos vende de Europa. Tuvo su momento, pero muchas de las marcas estaban asociadas al alcohol, y cuando se prohibieron estos anuncios, fue en declive. Se ha quedado en un deporte que, con el potencial de espectáculo que tiene, es minoritario ». Y en femenino, casi inexistente. Solo dos mujeres compiten en territorio nacional, y solo una se atreve también con torneos alrededor del mundo: Cris Lazarraga (Madrid, 1993) .
Comenzó por tradición familiar, pero se soltó con 23 años a surcar los mares en moto a pesar de todo lo que conlleva entrar en un deporte muy poco mediático. «Somos profesionales, con organización amateur. Todo lo hacemos nosotros: viajes, hoteles, billetes... Tiene esa parte familiar que te da un deporte pequeño . Hay muy buen ambiente, con diferentes culturas. Nos reímos mucho y es muy gratificante». También con dificultades a la hora de entrenarse. « En España es ilegal montar un circuito en el agua. No están permitidas las boyas . Hay ciertos ayuntamientos que te dejan, pero es difícil. Y en verano decidimos no entrenarnos nunca porque lo primero son los bañistas y el resto de tráfico. Ante todo, respeto».
También es autodidacta y poco lucrativo por ahora. «Solo cinco pilotos en el mundo viven de las competiciones. El resto da clases o tiene un taller...». Su modalidad es monomarca, es decir, todos compiten con la misma moto, y luego se le añaden especificaciones. «La más barata, unos 12.000 euros. Una temporada por España, unos 18.000. Si sales al extranjero... no te lo digo» .
Pero ella insiste en su batalla contra las olas, a las que doma con su moto de 300 kilos a 90 kilómetros por hora, y en su otra batalla: «Hay muchas chicas en el paddock: novias, madres, hermanas, y lo que yo quiero es que haya más chicas en el agua». Creó un grupo con otras pilotos europeas para concienciar de que tienen que ser ellas el impulso y ejemplo para abrir este deporte a más mujeres. «Al no haber casi categorías femeninas, competimos con chicos y luego se hace otra clasificación. Para este Mundial de Cerdeña -cancelado por el covid- habíamos logrado un podio oficioso solo femenino . Parece poco, pero es mejor que nada, sobre todo para que vean que se puede, las federaciones y las propias mujeres. No sé qué nos pasa, pero no nos atrevemos a competir con chicos y esta sería la manera», incide.
Reconoce la diferencia de fuerza en el agua, pero no así la técnica o las ganas. Ella crece cuando se mide con los chicos, con los que muchas veces ha compartido podio. «Lo que hay que estar es en forma. Y tener técnica. Da igual la edad. Yo me entreno con una psicóloga que me ayuda en esa parte de toma de decisiones en un segundo». Domadora de olas.
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