Kerman Lejarraga, campeón de Europa del peso welter

Kerman Lejarraga boxea como si cada minuto en el ring se lo cobrasen a precio de conferencia. Previsto para las once y media, el combate comenzó con 80 minutos largos de retraso, porque no hay campo sin grillo ni velada de boxeo sin retraso inferior a una hora. Será en cualquier caso un combate apócrifo en la memoria de muchos, pues solo pudo seguirse en el País Vasco a través de ETB1 y en Reino Unido a través de Box Nation. Quien quiso verlo de Burgos para abajo tuvo que recurrir a esos enlaces «piratas» que no ayudan a que el boxeo se desprenda de cierto aire clandestino que lo hace invisible para el público generalista.

En las semanas previas a la pelea, a Lejarraga le cambiaron de rival, se le abrió el párpado haciendo sparring... Al boxeador español (como especie) parece que todo son pulgas incluso cuando tiene la sartén por el mango y la organización corre de su cuenta. Aún así, Kerman se sobrepuso a todos los contratiempos de este campeonato de Europa, incluido un rival que era favorito en la pizarra y en la pantalla de los apostantes.

La pelea no tuvo color. Se podrían escribir líneas sobre el atuendo y la música que usaron cada uno para subir al ring, pero no tendría sentido. Por dejar constancia, Kerman repitió uniforme de batalla: chaleco de camuflaje, camiseta del Athletic y «braga» de calavera.

Cada minuto de la pelea fue propiedad del vasco, que lleva en su ADN un comienzo de combate durísimo. Skeete, que recorrió la distancia entre el túnel y la tarima a toda velocidad, esperaba sus golpes con cierto nerviosismo, agitando los brazos como si quisiera mantenerse en alerta. No le sirvió de mucho. En el primer asalto, Lejarraga le hizo recular con su directo de izquierda.

El segundo asalto fue una tormenta. El «Revólver de Morga» le mando al suelo hasta tres veces . La segunda vez, Skeete miró a su equipo como diciendo «Esto no es lo que habíamos hablado», y a los pocos segundos su esquina dio por terminada la pelea. Kerman añadió a su arollador inicio movimientos de pura técnica y un catálogo de golpes amplio para los cinco minutos que duró el combate. La progresión es evidente.

Del «Revólver» se ha dicho que no se cubre poco y que lo fía todo a ese empuje especial que le hace llenar pabellones (ayer le sobraron muy poquitas sillas de un Miribilla enorme). Se ha dicho que si no cambia llegará un día en el que dé con alguien más rápido o más fuerte que él. Pero no será hoy . Lejarraga destrozó a Bradley Skeete y da la impresión de que todo esta por venir.