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El viejo ogro todavía asusta

El viejo ogro todavía asusta
Federico Marín Bellón el

Está para jugar. Garry Kasparov, a sus 53 años, retirado de la competición hace más de una década, dio ayer una inolvidable lección a tres de los mejores ajedrecistas en activo, los primeros clasificados en el campeonato de Estados Unidos que acaba de terminar en San Luis. Fabiano Caruana (campeón con su pasaporte americano casi sin estrenar), Wesley So e Hikaru Nakamura, números 3, 10 y 6 del mundo, no son sparrings contratados para alimentar la leyenda del ogro de Bakú. Es solo un torneo de exhibición, que culminará esta noche (hora española), pero a nadie se le escapa que está en juego el prestigio de toda una generación.

En la primera jornada, el ruso quedó mejor en casi todas las partidas, aunque la velocidad de juego (cinco minutos por jugador y sin incremento, con tres segundos de «cortesía» antes de cada jugada) penalizó en momentos decisivos los reflejos del más viejo. Perdió varias partidas por culpa de los apuros de tiempo en posiciones completamente ganadoras. Pese a todo, está solo a medio punto de los líderes y uno por encima de Caruana a falta de nueve rondas. Si siguiera entrenando, ¿cuántos grandes maestros además de Magnus Carlsen serían capaces de mantenerse por delante?

Kasparov en acción. Fotos: Austin Fuller

La victoria en el cuadrangular no está decidida, desde luego. Lo de menos son los 50.000 dólares de la bolsa de premios. El ruso ya ha anunciado que donará su recompensa para apoyar al equipo olímpico de Estados Unidos. Su deseo de ganar no está motivado por el dinero. Es una mezcla de orgullo, la competitividad que chorrean sus genes y el deseo de demostrar que los grandes maestros del pasado, pese a jugar sin el apoyo de los ordenadores, comprendían este juego milenario como mínimo igual de bien que las estrellas actuales. Él es para muchos el mejor jugador de la historia y aunque el resultado de este torneo es solo una gota de agua en el océano, es una gota muy significativa.

Hace poco nos preguntábamos por aquí a qué edad se hace viejo un ajedrecista. Ya sabemos que a los 53 años todavía se puede competir en la élite. Después de ver la exhibición del viejo excampeón, solo cabe lamentar la cantidad de joyas que nos habremos perdido desde que Garry colgó los tableros, en 1995. El año pasado ya destrozó a Nigel Short en su primer regreso a la competición y en anteriores exhibiciones se había enfrentado a su histórico archienemigo, Anatoly Karpov. Ambos están lejos de su mejor momento, pero los tres espadachines americanos podrían destrozar a cualquier jubilado normal, con menos agallas que el ruso.

Las partidas se juegan en el Club de Ajedrez de San Luis, capital ajedrecística de los Estados Unidos. El mecenas Rex Sinquefield vuelve a pagar la fiesta. En las nueve primeras rondas se vio que Garry iba bien preparado. Empezó líder, arrasando, y a punto estuvo de humillar a sus jóvenes aprendices. So y Nakamura llevan cinco puntos, Kasparov tiene 4,5, y Caruana cierra la clasificación con 3,5 en nueve partidas. Solo el exfilipino mantiene un resultado ventajoso en las tres partidas jugadas ya contra Kasparov.

Grandes jugadas y pequeñas trampas

La evolución de los duelos fue apasionante. Garry empezó arrollando precisamente a So. En la segunda, con negras, defendió las bondades de la defensa india de rey ante su exalumno Hikamura, pero aquí se produjo el incidente más comentado de la jornada. Como ya hiciera con Judit Polgar en Linares, Garry rectificó una jugada de caballo perdedora. Es cierto que en partidas rápidas entre amigos puede ser casi habitual cambiar rápidamente un movimiento recién hecho, mientras no se haya pulsado el reloj, pero en un torneo mínimamente serio parece inaceptable. Con cierta justicia poética, sin embargo, la víctima fue Nakamura, que tiene antecedentes penales con el mismo delito.

Kasparov puso a prueba a Nakamura con una rectificación de jugada cargada de antecedentes. Hikaru, pese a su cara de asombro, no dijo nada

Kasparov fue sincero después: «Miré a Hikaru y al árbitro; si hubieran reclamado, habría abandonado la partida». Nakamura, que no arrastra buena fama en este terreno, reaccionó con deportividad y unas gotas de condescendencia: «Es Garry, después de todo. Puede que no me esté tomando este torneo con el mismo interés que él. Le doy el beneficio de la duda. Es odioso ver cómo se deciden algunas partidas por errores así de groseros. Por eso lo dejé pasar».

El vídeo demuestra que soltó la pieza (y que sus manos son casi tan rápidas como su cerebro). 

La K por antonomasia del ajedrez siguió jugando ronda tras ronda con agresividad y, como remarcan en la excelente crónica de Sagar Shah para ChessBase, logró 3,4 puntos en sus cuatro partidas con blancas. Hoy tendrá cinco veces su color favorito, por lo que sus opciones se incrementan.

Su primera derrota, ante Wesley So, llegó en la cuarta ronda, en posición como mínimo de igualdad, debido a que se dejó un caballo en una sencilla combinación. «Me dejé tres caballos enteros», destacó el ruso, «y sin embargo estoy a medio punto de los líderes». No hay duda de que hoy luchará por el triunfo. Como muestra, así se recuperó después de su primer contratiempo, en esta pequeña joya estratégica que talló con ayuda de Nakamura:



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