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Caso Blanca Fernández Ochoa

El difícil cambio de vida de otras estrellas del deporte español

La retirada, como para Blanca Fernández Ochoa, resultó el peor rival para otras estrellas del deporte español

Jorge Abizanda

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La frase de Blanca Fernández Ochoa a un amigo, como desveló ayer este periódico, resultó premonitoria. «Cualquier día desaparezco». Hacía tiempo que no lo estaba pasando bien y los que la conocían desde hace años veían que su sonrisa, muchas veces forzada, no era ... ya la misma que cautivó a todo un país cuando se subió al podio de Albertville (Francia) minutos después de entrar en la historia como la primera española que se colgó una medalla olímpica. Aquella carrera, el descenso más rápido, pero también el último antes de abandonar los esquíes, la condujo a la gloria, pero el 20 de febrero de 1992 acabó resultando el inicio de sus desvelos. Los focos se fueron apagando sucesivamente y, como muchos otros deportistas de élite que entregan su juventud a los entrenamientos y las concentraciones, tardó muy poco en descubrir que el éxito puede resultar un compañero pasajero. Su situación económica no era buena, al contrario, y, según reconoció a ese amigo con el que habló ABC, no se sentía ni valorada ni reconocida por sus méritos deportivos. Las luces dieron paso a la oscuridad y, como otros grandes atletas españoles que murieron prematuramente, nunca terminó de sobrellevar el fin de su carrera profesional.

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