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Contador, la victoria de la emoción y la rabia

El madrileño vuelve a conectar con la fantasía del público en un triunfo con aire de reivindicación después de su sanción por dopaje

Contador, la victoria de la emoción y la rabia afp

josé carlos carabias

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«La gente le quiere», suelta en modo resumen un veterano ciclista que no tiene por amigo a Alberto Contador . Lo dice sin admiración superlativa, sin tendencia a la pleitesía, con la misma frialdad que un notario da curso a un documento. Es ... así. La gente quiere a Contador. Por uno de esos enigmas indescifrables del carisma, este ciclista ha aglutinado en su sonrisa, en su manera de expresarse, en su estilo encima de la bicicleta, la tradición española respecto a un deporte que perdió el conocimiento pero que sigue siendo capaz de generar emociones. Contador ha conquistado una Vuelta magnífica, resuelta en la grandeza de Purito frente a la derrota y en el encomiable empeño de los organizadores de la carrera por dotarla de dos cualidades cruciales: identidad y memoria.

La imagen retrospectiva de la Vuelta reposa en el alarido de Contador al entrar en solitario en la meta de Fuente Dé . Un hombre solo al comando, como Fausto Coppi en Sestriere en el Giro de 1949. La foto para el recuerdo en los archivos digitales, esa cabalgada devastadora, sin freno ni compasión y sobre todo, sin miedo a perder, Purito triturado por una ambición superior. Contador no compuso la silueta forzada del pistolero, la que otras veces perpetró para el marketing. En vez de eso, gritó salvaje y libre, la dentadura desencajada, la mirada feroz guarecida tras las gafas negras...

Una genética especial

Fue una forma de reivindicarse frente al mundo exterior y de liberarse a sí mismo. Después de una sanción por dopaje, de un proceso que cercenó su crédito ante parte de la opinión pública y de un importante bocado para su bolsillo, Contador expuso su talla en ese aullido. Es el mejor. Con solomillo o sin solomillo, su dimensión como ciclista trasciende a los despachos y los laboratorios. Nació para esto. Su genética le impulsa a recuperarse antes que los demás, a coger la forma sin apenas entrenamiento, a escalar más deprisa que otros... Y su carácter le empuja a no aceptar la derrota, a ser intransigente con la resignación, a construir bellas escenas de táctica ciclista y rabia deportiva como la de Fuente Dé.

La gente le quiere porque establece conexión directa con la fantasía del aficionado. Porque podría ser un buen yerno para las abuelas y un amigo entrañable para unas cañas. Y en efecto, lo es. La gente podría haber dado la espalda al ciclismo, podría haber desertado de un deporte que ha labrado una leyenda negra en los últimos años. Pero no lo ha hecho. La fabulosa Vuelta de las mil montañas que un campeón sometió a su voluntad en un puerto de segunda recogió ayer a trescientas mil personas en Navacerrada . Y más de dos millones vieron cada día las etapas de Asturias por la tele. La gente quiere a Contador y da otra oportunidad al ciclismo, el deporte del pueblo.

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