Blanca Fernández Ochoa, la pionera de la sonrisa perenne

La relación de Blanca con el esquí empezó a los nueve años, cuando la familia se trasladó a Cercedilla. En Navacerrada bajó sus primeras pistas y, siendo todavía una niña, se fue a Viella, en los Pirineos catalanes, para continuar con su formación. Después de ese bronce en 1992, Fernández Ochoa dejó el deporte de alta competición. Empezó ahí una nueva vida, siendo siempre una persona muy carismática y querida por todos. Todo con esa sonrisa perenne tan contagiosa que le caracteriza .

Se casó primero con Danielle Fioretto (le conoció con 14 años) y luego con David Fresneda , propietario de una escuela de buceo en Cabo de Palos y con quien tuvo dos hijos, Olivia (1999) y David (2000) . Ambos matrimonios acabaron en divorcio, y no demasiado bien.

Olivia fue quien denunció la desaparición de su madre, con quien mantenía una relación cercana. La hija mayor de Fernández Ochoa también apostó por el deporte y es jugadora de rugby , internacional además con la selección española. En casa siempre le animaron a que practicara deporte y, a poder ser, que fuera en una disciplina colectiva para no tener que sufrir la dureza que conoció en la soledad del esquí.

Fue bautizada con ese nombre a elección de sus hermanos, muy blanca de piel y también del Real Madrid. Su popularidad, pese a dejar los esquíes, se mantuvo intacta e incluso pasó a tener su cuota de pantalla televisiva ya que participó en «Supervivientes» , en «Splash! Famosos al agua». en «El conquistador del Aconcagua» y en «El conquistador del fin del mundo». Tuvo que cerrar la tienda de deportes que tenía con sus hermanos y trabajó organizando torneos de golf en la empresa Golf&Win.

Coral Bistuer, medallista olímpica en taekwondo y amiga de Blanca, dijo ayer en la Cope que la exesquiadora pasaba por un bache personal. «Estaba pasando una época un tanto complicada y estaba siendo atendida por varios especialistas»