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Mundial de resistencia

Un calentón en Shanghái antes del adiós

Alonso se fue contrariado a su última carrera en la Fórmula 1 por un error estratégico de Toyota

José Carlos Carabias

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La noche se hace tenebrosa en Shanghái. Un viento formidable mezclado con una lluvia intensa y un frío húmedo que traspasa los huesos se juntan a las 18.30 horas locales, cuando un gestor llamado Rob Leupen expone con firmeza en el argumento su análisis de lo que acaba de suceder en las 6 Horas del Mundial de Resistencia . «Si no paramos a los coches y se suspende la carrera, hubiera ganado un Rebellion». No es el lenguaje común que conocemos relativo a Ferrari, Mercedes o McLaren, al que habituó Alonso en la Fórmula 1, sino las cuitas que hacen referencia al WEC, el nuevo hábitat del español. Alonso iba líder con sus compañeros Buemi y Nakajima, pero salió del garaje en segunda posición y la carrera casi decidida para el otro Toyota, el 7 de López, Conway y Kobayashi.

El nuevo universo en el que habita Fernando Alonso se rige por el espíritu de equipo , la fraternidad corporativa y el patrocinador por encima de todas las cosas. Acostumbrados al modelo Fórmula 1, cruel y despiadada estirpe de la ley de la selva, el Mundial de Resistencia es otra cosa. En las 6 Horas de Shanghái triunfó Toyota, como está escrito desde principio de temporada, pero lo hizo con el coche 7, el que no corresponde a su estrella Fernando Alonso.

El asunto derivó en el silencio de Alonso , quien preguntó al jefe de comunicación de Toyota si tenía obligación de hablar por algún tipo de contrato o reglamento del WEC, al haber quedado segundo, sin entusiasmo para celebrarlo en el podio. Al recibir la negativa por respuesta, el asturiano rumió la decepción lejos de los micrófonos, sin declaraciones. En las redes sociales expuso: «¡Gracias China! Súper carrera en Shanghái y otro doblete. Última carrera este año y líderes del campeonato del mundo. Gran trabajo de Kazuki y @sebastian_buemi en toda la carrera».

Aquí no hay cuarenta televisiones como en la Fórmula 1 , sino un tinglado menos opresivo. No muchos periodistas en acción, mucha prensa local y un seguimiento escaso de parte de los medios británicos, mayoría en la F1, casi inexistentes aquí.

Alonso se marchó de noche a Tokio, donde debía cumplir con un compromiso publicitario de Toyota. Lo hizo enrocado en la decepción de un fallo táctico asumido por todos los pilotos, menos por parte de la dirección de Toyota. «Aquí lo importante es que gane el equipo, da igual el coche», insistió Leupen. Desde Tokio vuela Alonso el miércoles a Abu Dabi, donde pondrá punto final a su andadura de 17 años en la Fórmula 1 . Aunque hoy, seguro, del aeropuerto de Shanghái al de Tokio, no estará pensando en esta historia.

Todo el embrollo sucedió a falta de dos horas para la conclusión de la carrera. Los ingenieros de Toyota pararon al español cuando era líder con 25 segundos y lo devolvió a la pista (habiendo entrado en boxes el Toyota 7 de Kobayashi una vuelta antes) con 25 segundos de desventaja.

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