golf
«Con Seve pasé los mejores años de mi vida en el golf»
Billy Foster, el último «caddie» de Ballesteros relata la experiencia vital y profesional que le supuso una relación tan estrecha
«Con Seve pasé los mejores años de mi vida en el golf»
Han pasado tres lustros y muchos jugadores por su lado, pero todo el mundo del golf recuerda a Billy Foster como el «caddie» de Severiano Ballesteros . Junto a este joven inglés, entonces de 25 años, el cántabro formó su última gran pareja y ... esto contribuyó a que Billy se labrase también una gran carrera como auxiliar de las estrellas. No en vano, es el actual ayudante del número uno mundial, Lee Westwood, y en estos últimos años también ha llevado los palos de Darren Clarke, Sergio García y Tiger Woods, entre otros.
—¿Qué recuerda de su etapa con Severiano?
—Los mejores años de mi vida fueron los cinco que pasé junto a Seve. Con él aprendí todo lo que sé acerca del juego y del manejo de las situaciones en el campo de golf. Aquel tiempo fue fundamental para que pudiera después llevar a cabo mi carrera en el Circuito.
—¿Qué destacaría de su juego?
—Era un guerrero en el campo de golf y nunca daba nada por perdido. Creo que eso era lo que mejor le definía. Aunque tú creyeras que no había nada que hacer en un momento determinado, él luchaba por sacarlo adelante. Era todo un carácter.
—¿Cómo se desenvolvía en los torneos?
—El manejo y el control de todo lo que sucedía en el campo de golf es lo que más me impresionó en un principio. Estaba al tanto de todo lo que sucedía y lo dominaba por completo. Fue el último genio sobre un campo de golf. La forma en la que jugaba, los golpes que imaginaba y la determinación que tenía en todo momento eran extraordinarios.
—En cuanto a la estrategia, ¿preparaban mucho las competiciones en las que participaban?
—Como digo, lo llevaba todo el cabeza. Luego, hablar con él y compartir las experiencias durante cada ronda era un aprendizaje constante. Debo reconocer que todo lo que sé ahora lo aprendí en esos años.
—Ya, pero debe de ser complicado acompañar a un genio y tratar de hacerle ver un punto de vista diferente, ¿no?
—Claro, para un caddie era difícil darle consejos, porque pensabas un golpe y él tenía una idea totalmente distinta a la tuya. Le daba vueltas a la imaginación para conseguir sus objetivos.
—¿Qué tipo de relación mantenían?
—Muy buena, iba más allá de la habitual de un jugador con su empleado. En el fondo éramos como una familia y en los viajes yo cuidaba de sus hijos como uno más del grupo. La verdad es que lo siento mucho por ellos y aprovecho para mandarles un abrazo muy fuerte.
«Un premio para el chico»
En el último torneo que ganaron juntos, el Peugeot Open de España de 1995, un dominante Severiano Ballesteros se permitió una licencia dentro de su habitualmente muy bien medida estrategia. Aunque sabía que debía luchar por el triunfo y tener algo de cuidado con los riesgos, se enteró de que había una recompensa económica por batir el récord del campo y, ni corto ni perezoso, empezó a apurar los tiros a bandera para cederle el premio a Billy Foster, su fiel escudero. Se marcó entonces el objetivo de romper el registro y lo dejó establecido en 63 golpes para poder darle «un premio al chico».
—¿Recuerda ese año en el Club de Campo madrileño?
—Claro que sí, fue un triunfo muy especial para él, ya que era un torneo que organizaba su empresa y tenía mucho interés en ganarlo. Además, había mucho público y le motivaba ganar ante su gente.
—¿Cuál fue su mejor temporada juntos?
—La de 1991, sin duda. Logramos cuatro títulos y, lo que es más importante, dos de ellos en Wentworth, el PGA Europeo y el Mundial Match Play. Conseguir aquellos triunfos muy especial para ambos y él lo disfrutó mucho.
—¿Cómo surgió que empezaran a trabajar juntos?
—La verdad que fue un poco por casualidad, porque yo llevaba ya unos años en el Tour y nos conocíamos de vista. Empezamos a trabajar y rápidamente congeniamos. Teníamos un «feeling» especial.
—No deja de tener mérito, porque lo cierto es que Seve tenía un genio muy fuerte. ¿Solían discutir a menudo?
—Más que discutir, creo que los dos dejábamos nuestras posturas claras dentro del respeto y el cariño que nos teníamos. Recuerdo una anécdota muy divertida de una vez que estaba guardando fruta en la bolsa de palos para poder tomarla luego durante el recorrido y él me recriminó que agarrara un plátano que estaba malo. Le dije que no, que estaba en su punto y él insistió en que no. Así que yo le dije muy serio: «Muy bien, pues la próxima vez contratas a un frutero, no a un caddie». Me vienen a la cabeza muchos recuerdos y siento mucha pena. Fue un gran caballero y sobre todo un gran amigo.
Noticias relacionadas
- Ballesteros perdió su lucha contra el cáncer
- La muerte de Seve da la vuelta al mundo
- «Seve supo que moría, y lo hizo con total entereza»
- Carismático y triunfador
- Pedreña se vuelca con Seve, su vecino más ilustre
- Tiger Woods: «Su muerte llega demasiado pronto»
- Galería: Seve, una vida dedicada al golf
- «El mejor capitán», por COlin Montgomerie
- «Adiós a un pionero», por Manolo Santana
- «En la playa de Somo», por Laura Revuelta
Ver comentarios