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El boxeo pega fuerte

Después de meses de apagón por el Covid, los aficionados disfrutan de un final de año con espectaculares veladas

«Canelo» Álvarez ataca a Callum Smith durante su combate por el Mundial de Peso Supermedio EFE
Javier Chicote

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Las últimas semanas han sido un festival para el deporte más duro, el de los guantes. El Covid vació las arenas y pospuso las grandes citas, que han llegado en tromba los últimos fines de semana y ya con algo de público. La guinda la ha puesto la gran estrella mundial de las 16 cuerdas, Saúl «el Canelo» Álvarez , el deportista que firmó el mayor contrato de la historia (365 millones de dólares), aunque ya roto.

El mexicano subió hasta las 168 libras para disputarle la corona al gigante e invicto Callum Smith , que lo aventajaba en unos 20 centímetros de altura, y lo destrozó sin apenas tregua. Tapó muchas bocas la madrugada del domingo, hora española, el de Jalisco. Dio un recital eludiendo golpes –lo mismo esquivaba que pasaba, basculaba o se los quitaba– y lanzó rectos y curvos como una bestia hasta talar el árbol con un triunfo a los puntos por unanimidad. «No vayas tan sobrao, cabrón», le llegó a espetar s u entrenador, Eddy Reinoso , rodeado por el «Canelo Team» en el banquito, aquel que quitan cuando suena la campana y dejan al hombre solo en la contienda.

Ningún miedo tenía el pelirrojo, que encontraba el hueco entre los largos brazos del inglés para conectarle golpes de poder. El de Liverpool no se fue a la lona y claudicó antes de los doce asaltos sólo porque es extraordinariamente duro. Siempre podrá decir, orgulloso, «yo perdí con el Canelo, como mi hermano Liam». Saúl Álvarez ya suma cinturones en cuatro categorías distintas : superwalter, mediano, supermediano (el logrado de ayer) y semicompleto. Canelo («Salí de la nada, como todos», dijo tras colocarse el nuevo cinturón) deja con pocos argumentos a sus muchos «haters». De víspera, Gennady Golovkin , la némesis del mexicano, había apabullado al polaco Szeremeta, y Canelo, tras su combate, se mostró abierto a una tercera contienda con el orgullo de Kazajistán. «Triple G», con su cara de niño asesino, está en forma a sus 38 años. Es necesaria la pelea, tras el discutible nulo de la primera y la victoria a los puntos de Saúl en la segunda.

La semana también nos deparó tres triunfos para España. El jueves, el barcelonés Sandor Martín , campeón de Europa de los superligeros, apabulló al joven «Nica» Madariaga en Milán; el sábado, Sergio «El Niño» García fue igual de superior al francés Gregory Trenel, lo que acrecentó su récord profesional a un impresionante 33-0. Ambos púgiles piden a gritos peleas mundiales. El duelo coestelar de la velada de García, en su Torrelavega natal, fue la del argentino Sergio «Maravilla» Martínez . Español de adopción y excampeón del mundo de la mano de Ricardo Sánchez Atocha, «Maravilla» y sus 45 años de edad vencieron, en la segunda pelea de su vuelta a los cuadriláteros, al finlandés Koivula por ko técnico.

Antes de este gran fin de semana, el pasado sábado 12 de diciembre vimos a A nthony Joshua despachar a Pulev con un espectacular ko, un recto de derecha que entró en el mentón del búlgaro como una flecha en el mar. El Apolo británico, rey de los pesos pesados, está listo para vérselas con su compatriota Tyson Fury , el «Gipsy King», que tiene el único cinturón que le falta, además de la imbatibilidad y menos vergüenza que un gato en una matanza. Sería, de concretarse (hablen de dinero ya, por favor), la gran pelea de 2021. Tocaría Wembley, pero hay árabes dispuestos a pagar lo innombrable a cambio de poner el coliseo en el desierto.

En ese estadio de Londres vimos ganar a otro gitano el 4 de diciembre. También invicto (29-0); también británico, aunque de patria nómada. Es Billy Jou Saunders , que sube al ring con su bandera de la rueda de carro y nos recuerda a Brad Pitt en «Snatch. Cerdos y diamantes». Avasalló a Martin Murray , como hicieran, en noviembre, Terence Crawford (el mejor libra por libra del mundo, dicen, aunque le faltan rivales de entidad) con Kell Brook, y Errol Spence frente a Danny García –ahí es nada–. El duelo entre Crawford y Spence por la unificación en el peso welter sería la otra gran batalla del año que comienza.

Si a esto sumamos que el estadounidense de ascendencia hondureña Teófimo López -mucho latin power- destronó en octubre a Vasyl Lomachenko -parecía invencible el ucraniano- en los ligeros, nada más se puede pedir al colofón del año boxístico, que nos ha devuelto todo lo que nos robó el virus llegado de China. Guantes arriba, the show must go on.

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