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Dopaje

La batidora del dopaje

Las autoridades antidopaje detectan el uso de máquinas individuales que enriquecen y conservan la sangre

JOSÉ CARLOS CARABIAS

La ausencia de escándalos, positivos de apellidos potentes o redadas policiales al estilo de la Operación Puerto no implica que en los mundos subterráneos del dopaje no haya movimiento. Tanto en la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) como en las divisiones de la Policía y la Guardia Civil encargadas de la salud pública se ha detectado una curiosa inversión de las tendencias. En lugar de poderosas estructuras de médicos famosos por sus poderes curativos y recuperadores se imponen el autoconsumo, el boca a boca y un dopaje de andar por casa en determinados deportes que han acusado la crisis económica. El atletismo es el primero en la lista , al decir de las fuentes consultadas por ABC. Y en este autoservicio cobran especial relevancia las microdosis, las transfusiones de sangre puntuales que se miden en escasas milésimas de gramo y, sobre todo, la máquina individual que enriquece y conserva la sangre, la que llaman en el ambiente «la thermomix del dopaje».

El mago de esta materia, Eufemiano Fuentes, pensaba invertir durante 2006 casi 66.000 euros en diversos conceptos para el transporte refrigerado de la sangre tratada durante la competición, la congelación de la misma y la adquisición y mantenimiento de las máquinas centrifugadoras donde se limpiaba la sangre, antes de efectuar la transfusión definitiva. Hoy un atleta puede conseguir una centrífuga angular nueva por menos de 300 euros y en el mercado de segunda mano por 60 euros. El dopaje se ha abaratado.

Las autoridades antidopaje españolas han localizado esta neveras portátiles en alguna redada policial cuyo objetivo era el tráfico de esteroides, tan habitual en gimnasios y culturistas. Las han llamado «thermomix» o «batidoras» porque, a bajo precio , ejercen una función clave. Centrifugan la sangre, separan el plasma y evitan la coagulación de las microdosis. Un motor de suspensión elástica garantiza un giro suave. La velocidad y el tiempo de centrifugado se controla digitalmente a través de una pantalla LED. Y un interruptor impide que la máquina entre en funcionamiento si la tapa se abre.

Según los agentes del antidopaje, las reducidas dimensiones de este artilugio y su bajo coste han alterado los hábitos de los tramposos. Como si fuese un maletín o un ordenador, la máquina puede pasar sin problemas un control en cualquier aeropuerto , siempre que no albergue contenido sanguíneo en su interior. La «batidora» permite la conservación de los glóbulos rojos separados del plasma durante al menos veinte días.

El grupo especializado de la Policía Nacional detuvo en febrero de 2016 a Esteban Amat, a quien los investigadores consideran uno de los más célebres proveedores de productos dopantes en el culturismo español . El pasado marzo otra operación de las fuerzas de seguridad desarticuló en Andalucía una trama dedicada a la distribución de anabolizantes que operaba en gimnasios de distintas provincias y en la que fueron detenidas siete personas. En esta red cayó otro célebre culturista, el malagueño Paco Mula, quien pasó a prisión preventiva después de comparecer en sede judicial.

Las conexiones

Los tentáculos del dopaje están conectados por los hilos de la trampa. Y a partir de estas operaciones policiales, los investigadores han comprobado que la centrífuga low cost tiene más presencia de la deseable en el deporte español. Aunque su uso original está relacionado con los hospitales y la separación de componentes químicos, la realidad se ha derivado hacia las especialidades deportivas de resistencia: atletismo, ciclismo, triatlón y similares.

Las microdosis que se cultivan en este utensilio son origen y consecuencia de un nuevo tipo de dopaje puntual. Los investigadores creen que los atletas utilizan procedimientos caseros y concretos que les sirven para perseguir objetivos en competiciones.

Basta con una jeringuilla con una pequeña dosis de sangre y no las bolsas de medio litro de Eufemiano que requerían tiempo y un gotero. La inyección se realiza una semana antes del destino y en el momento de la competición el rastro de la sangre incorporada ha desaparecido. De esta manera se pueden esquivar las alteraciones en el pasaporte biológico, el nuevo credo de las autoridades antidopaje para imaginar un deporte limpio.

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