Suscribete a
ABC Premium

La F-1 asume el final de la abundancia

Empresarios y trabajadores ya aceptan que el derroche y el marketing han pasado a mejor vida

La Fórmula 1 lucha por su supervivencia económica | AFP

Los éxitos en la Fórmula 1 se celebran a pie de garaje con Moet Chandon, of course. A los atuendos de los trabajadores no les falta un centímetro de tela convenientemente patrocinado. Los empleados de las escuderías, una marabunta en los aeropuertos después de las ... carreras, viajan siempre en clase business. Y los jefes de la tropa, los Briatores, Dennis y compañía, siempre en primera clase, saloncitos y camas privadas a 4.000 pies de altura. La leyenda ostentosa de las fiestas en el mundillo no forma parte del inventario de tópicos: son tan suntuosas como se pregona. Existe la competencia por enseñar el yate más faraónico en el puerto de Mónaco. Y también el énfasis por dar que hablar con la galería de «motorhomes» expuestos al público y al enfoque de las cámaras. Siempre la propaganda, la apariencia y la imagen por encima del deporte. Así era hasta este invierno de los Maddof, Lehman y demás. Ha llegado la crisis y ha decretado el final de la abundancia.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia