Ajedrez, el deporte que alarga la vida
El gran maestro Yuri Averbaj acaba de cumplir 100 años. En España también tenemos jugadores centenarios. ¿Ayuda el ajedrez a preservar la salud?
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Iniciar sesiónEl pasado día 8, cumplió cien años el gran maestro ruso Yuri Averbaj , campeón de la URSS en 1954, experto en finales, autor de libros monumentales y uno de los árbitros que mediaron entre Karpov y Kasparov en ... los 80. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) señala con admiración que, «básicamente, nunca se ha jubilado». El pasado mes de octubre, alcanzaba también un siglo de experiencia el ajedrecista Manuel Álvarez , que sigue participando en torneos , no solo de veteranos. La FIDE tiene censados más de 50 jugadores centenarios en todo el mundo, entre ellos tres en activo: Álvarez, el también español Joan Codina y el checo Karel Koval .
Vivir cien años tiene mérito, pero llegar en esas condiciones es casi un milagro. ¿Ayuda el ajedrez a mantener la salud mental hasta edades tan avanzadas? El neurocirujano y maestro internacional Cristóbal Blanco lleva años trabajando en un estudio en el que, entre otras cosas, trata de demostrar precisamente eso, «porque una cosa es decirlo y otra validarlo con la ciencia». Muchos de los mejores grandes maestros españoles ( Antón , Vallejo , Sabrina Vega , Shirov , Ana Matnadze , Salgado ...) han participado en la investigación, que permitirá comprobar hasta qué punto su cerebro es distinto o funciona de otra manera . Solo está pendiente de validación por el Imibic y de ser publicado por alguna revista científica, pero Blanco nos adelanta algunas conclusiones, con toda la prudencia del mundo.
Cómo piensa un gran maestro
«Los datos avalan que el ajedrez confiere cambios estructurales al cerebro humano , sobre todo en mejorar la reserva cognitiva de las personas que lo practican», asegura. Él mismo se hizo la resonancia, como maestro internacional. Confiesa que lo primero que miró es si tenía algún tumor. Estos escáneres son más profundos que los convencionales; duran cerca de una hora y suponen entre 2.000 y 3.000 euros por sujeto analizado. Solo el software cuesta más de medio millón de euros. «Lo busqué en Estados Unidos, pero por la pandemia no pudo ser. Por suerte, el Hospital Universitario Reina Sofía lo adquirió». Sin la participación de este y otros organismos –los hospitales San Juan de Dios y de la Cruz Roja en Córdoba, la Universidad de Granada y la empresa privada HT Médica–, más el trabajo desinteresado de mucha gente, nada de esto habría salido adelante. (Al final del artículo se cita a algunas de estas personas).
El doctor Cristóbal Blanco adelanta que en los maestros hay diferencias en áreas concretas del lóbulo temporal. «Asocian más y tienen mucha lógica. Recuerda a los deportistas como Messi o Lebron James , que tienen una mano o un pie dominantes, pero en la práctica son ambidiestros. Los grandes maestros también son capaces de utilizar más áreas cerebrales para una misma función. Realizan más asociaciones bilaterales en ambos hemisferios a la vez».
El investigador va más allá y, como conclusión general, asegura de manera categórica: «Los genios no nacen, se hacen. Llega a serlo el que más se dedica. Es verdad que existe la ventaja cultural. No es lo mismo nacer en Rusia que en Latinoamérica para un ajedrecista. En todo caso, la genialidad es la perseverancia, la enfermedad por mejorar que demuestran algunas personas. Las hermanas Polgar ya lo demostraron ».
Entre los ciudadanos corrientes, «el ajedrez produce longevidad porque lo que te da años de vida es tu cerebro », sostiene Cristóbal Blanco. «Estar en buena forma física es importante, pero si tu cerebro está sano, vives más. Puedes morir por tener problemas de corazón y sufrir un infarto, por ejemplo, pero la larga vida cerebral marca la diferencia».
Cabría pensar que, además del ajedrez, jugar a las cartas o resolver sudokus y crucigramas tiene un efecto parecido. El juego milenario también gana en esto: «Sin desprestigiar ninguna actividad, porque todas son buenas, el ajedrez es otra cosa», afirma el doctor Blanco. «Requiere un esfuerzo mental mayor. Tiene más variabilidad y ofrece algo tan tonto pero tan importante como el ensayo y error. Perder y ganar genera mucha fortaleza cerebral. El dolor de la derrota produce una emoción adicional y fomenta la neurogénesis . Otros juegos no tienen ese grado. Los crucigramas, por ejemplo, son buenos para mejorar la memoria bruta, pero el ajedrez robustece más la mente».
El psicólogo Juan Antonio Montero llega a la misma conclusión desde otro enfoque distinto. «Una ventaja que vemos en el ajedrez es su componente lúdico. Es divertido. Ciertos ejercicios podrían hacerse con números, pero sería más áspero». El también presidente del club de ajedrez Magic de Extremadura es una referencia en el llamado ajedrez social y terapéutico . Funciona en tantas direcciones que haría falta otro reportaje solo para contar sus actividades con mayores, presos, chicos con TDAH y personas con problemas de adicción, síndrome de Down, Parkinson e incluso esquizofrenia. Casi para cada problema el método se adapta y ataca los puntos débiles de quienes lo sufren. Solo entre los mayores, desde 2008 han pasado por sus aulas más de 1200 personas. «Se lo pasan bomba», celebra.
Éxito entre las mujeres
Funcionario de carrera, Montero pidió una excedencia de dos años para explorar este camino. Hace 11 años de aquello. Pese a todo, sigue colaborando con el sistema público sanitario. El programa 99 razones para ser Sepad activos está financiado por el servicio extremeño de salud , fue desarrollado por Aupex y es ejecutado por el Club Magic. «La culminación tecnológica de todo esto es la aplicación Gymchess . Fue presentada en Dubái y creemos que va a ser muy grande a nivel internacional», asegura Montero, que también presume de que, entre sus alumnos, el 52% son mujeres .
Llama la atención este éxito entre el público femenino, porque la escasez de ajedrecistas femeninas es un problema conocido. «Les encanta porque tienen una noción mucho más clara de venir a trabajar la mente. No necesitan la competición. Quizá nosotros, por las razones que sea, tenemos más arraigado ese aspecto del juego. El efecto secundario es que muchas se aficionan y empiezan a jugar fuera ».
«El objetivo es mantener la mente en forma y retrasar el envejecimiento cerebral», explica Montero. «El concepto es utilizar el tablero y las piezas para trabajar las funciones cognitivas que declinan con la edad y mantenerlas de la mejor forma posible». No se limitan a plantear los clásicos ejercicios de mate, sino que utilizan el ajedrez de una manera menos compleja. Psicólogos, monitores y terapeutas, con la colaboración del gran maestro Manuel Pérez Candelario , trabajan sobre todo con ejercicios de memoria y atención . «Son clases muy divertidas, en talleres de dos horas con 15 o 20 personas. Duran todo el año y solo hace falta un tablero mural. El método no puede ser más barato. Se puede dividir el tiempo entre una parte de ajedrez más puro, si lo demandan, y otra más lúdica, en la que no hace falta saber ajedrez. Ellos notan muchas mejoras, como nos cuentan en sus testimonios».
Trabajo en equipo
Cristóbal Blanco, por su parte, hace énfasis en la necesidad de agradecer y citar a algunas de las personas e instituciones que participan en su estudio. En este sentido, fue clave que la empresa de investigación tecnológica de imágenes HT Médica también ayudara a través de sus resonancias y software de última generación, con la coautoría de los neurorradiólogos Antonio Luna y Teodoro Martín y del físico Félix Paulano Godino , entre otras personas implicadas.
«A su vez, la validación estructural merece una correlación neuropsicológica», explica el doctor Blanco. «Para darle un mayor rigor científico a la investigación, participan los psicólogos Francisco Gálvez Extremera y Joaquín Pegalajar , y es fundamental la validación de investigadores de renombre del Imibic, como Raúl Luque , Antonio Fuentes , Alejandro Costa y Justo Castaño . Son solo parte de otros integrantes que aportaron conocimiento invalorables para que esta investigación pueda tener los mínimos estándares de aprobación neurocientífica», añade Cristóbal Blanco.
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