Contador saquea la Vuelta

Aire de sentencia en la Farrapona después de una etapa excelente, diseñada al calor de los puertos asturianos, con ingredientes y contenido, con color y pasión. Se pegaron dos ciclistas (Rovny y Bambrilla) cuando iban en cabeza de la carrera en un grupo de trece. Lo nunca visto. Expulsados después de golpearse en la boca, los riñones, los brazos y cualquier otro lugar al alcance de los puños.

Etapa caliente con aroma de grandeza. Así lo quiso el Sky, la escuadra que ha pilotado el ciclismo en los últimos años. Decretó un ritmo bestial en el último alto, con el ácido láctico y la fatiga empujando a los ciclistas a la cuneta. Había caído Urán y se desplomaron Valverde, Purito y Aru. Solo Contador siguió el paso de Chris Froome.

El duelo por el que suspiraba la organización del Tour lo enganchó el público pegado al televisor, la gente entregada en la carretera, el aficionado al ciclismo que echaba de menos este fuego entre tanto escándalo.

Froome quiso alejar a Contador con su SRM, el ordenador en pantalla mini que mide sus vatios. No lo consiguió porque al español les sobran atributos para no rendirse. Y cuando el inglés aflojó un segundo, Contador lo machacó con un ataque a la antigua usanza, el que nunca perdió pese a todos los pesares.

Contador entró solo en la meta vestido con la camiseta roja de líder. El sueño de todos los ciclistas y que solo está al alcance de los superdotados. Como este madrileño que vuelve a enamorar a la afición.