Vértigo en los Pirineos

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Se defiende también de los que rebajan su presumible triunfo por las ausencias de Contador y Froome: «Las caídas forman parte del ciclismo. No le he robado nada a nadie». A otro lado de Nibali están los que le siguen. Valverde es el primero. Y tras dos semanas sin poder tutear al italiano, ahora se atreve: «No me rindo. Vamos a intentar dar guerra en los Pirineos».

Desde hoy. De la tres jornadas, la de hoy es la más plana y controlable. Solo el duro col de Balés, situado a veinte kilómetros de la meta en Bagneres de Bigorre, probará a los candidatos. En esa subida, en 2010, a Andy Schleck le saltó la cadena y se quedó tirado. Contador rentabilizó ese fallo y aprovechó para largarse y acelerar luego en el descenso. La bajada hasta Bagneres es puro vértigo. Uno de los aspirantes al podio, el francés Pinot, tiembla cada vez que le invade su terror cuesta abajo. Sus rivales lo saben.

La gran etapa de los Pirineos es la de mañana. La más corta, 124 kilómetros, y la que más puertos presenta: Portillon, Peyresourde, Val Louron y final en Saint-Lary. Los cuatro son altos de primera y entre ellos apenas hay pausa. El líder Nibali no la teme; solo habla de prudencia, «de evitar caídas». A Valverde, que tiene pegados en la general a Bardet, Pinot, Van Garderen y Peraud, le enciende un desafío así. «Iré a por todas. Nibali es el más fuerte, pero es humano. Hasta ahora ha sido superior, pero yo intentaré ganar el Tour», avisa. El domingo, en la mojada meta de Nimes, dijo que se conformaba con ser segundo. La jornada de descanso de ayer le sentó bien, le revitalizó las piernas y el ánimo.

«Este Tour —añade Eusebio Unzúe, mánager del Movistar— está siendo muy intenso, sin concesiones». Cree que aún puede darle la vuelta a la carrera. ¿Pondrá el Movistar en juego el podio de Valverde por buscar la victoria final? «Queremos mejorar, siempre puede pasar algo, siempre hay una oportunidada para la improvisación. No será fácil, pero...». Esos puntos suspensivos los cerrarán el jueves las subidas al Tourmalet y Hautacam, donde Riis enterró a Indurain, donde Javier Otxoa sobrevivió a Armstrong y donde se sabrá si hay alguien a la altura de Nibali en este Tour.

Joaquim «Purito» Rodríguez fue el año pasado el número uno del mundo. Arriba de la pirámide. Es miembro de la élite, pero no actúa como ellos. Se adapta: ahora que tras una temporada llena de caídas no está para subir al podio, tira a por el maillot de la montaña. «Me han ido mejor las cosas de lo previsto. Mi objetivo es el maillot de la montaña . Y sé que en las etapas de mañana y del jueves hay el doble de puntos que en el resto del Tour. Todo se jugará ahí. Yo soy hoy el líder de la montaña, pero al final puede ganar alguien que ahora mismo no tiene ningún punto», asegura el escalador catalán, que tras su caída en la ronda italiana se ha tenido que adaptar a su nuevo rol: «Me adapto a lo que sea, al ciclismo que me toca. Cuando me caí en el Giro tuve claro que tampoco iba a estar bien en el Tour. Yo estoy dispuesto a tirar del carro, a ayudar a Kristoff a ganar el sprint, a lo que sea. El papel que estoy haciendo no me desagrada. A todos nos gusta que nos halaguen, que nos aplaudan al llegar victoriosos a la meta, pero hay más ciclismo que ese», afirma.