La redención de Yoko Ono, la continua 'performance' de una artista a los 91 años

Un portavoz de la galería londinense explicó su ausencia a la prensa, señalando que la artista hace tiempo que «se retiró de la vida pública y no viaja al extranjero«. Aunque no estuviera ahí físicamente, Ono está presente en cada una de las más de 200 obras que componen la muestra, cuyo título se inspira en la serie de conciertos que presentó en Londres y Liverpool en 1966 y 1967, y que refleja su concepción única sobre la «música silenciosa», donde sus 'instrucciones' generan sonidos imaginarios en la mente del oyente. En 1966, Ono explicó esto diciendo que «yo pienso en mi música más como una práctica que como una música. El único sonido que existe para mí es el sonido de la mente. Mis obras solo buscan inducir la música de la mente en las personas».

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La exposición, concebida en colaboración estrecha con el estudio de la japonesa, abarca diversas formas de expresión artística, desde piezas conceptuales llamadas 'instrucciones' o sus partituras, hasta instalaciones, películas, música y fotografías. La Tate Modern destaca que esta muestra revela «momentos clave en la carrera innovadora, influyente y multidisciplinaria de Ono« y presenta »un enfoque radical hacia el lenguaje, el arte y la participación que sigue resonando en el momento actual«.

El recorrido de la muestra comienza explorando el papel crucial de la viuda de John Lennon en los círculos experimentales de vanguardia en Nueva York y Tokio, mientras que su epicentro se sumerge en sus obras radicales durante su estancia de cinco años en Londres a partir de 1966, donde se integró en una red contracultural de artistas, músicos y escritores, precisamente el momento en que conoció al ex Beatle.

La Tate destaca la existencia de temas recurrentes en la obra de Ono, como el cielo, utilizado frecuentemente como metáfora de paz, libertad e infinitud, y que tiene un significado especial para la artista ya que el cielo fue su refugio simbólico en la capital de Japón durante la Segunda Guerra Mundial.

La exposición también resalta la influencia del feminismo en la obra de Ono, con películas como 'Fly 1970-1', donde una mosca se arrastra sobre el cuerpo desnudo de una mujer mientras la voz de la creadora describe su recorrido, y 'Freedom 1970' (libertad), en la que Ono intenta -y falla- liberarse de su sujetador. En una sección dedicada a su música, himnos feministas como 'Sisters O Sisters' (1972), 'Woman Power' (1973) y 'Rising' (1995) resuenan, animando a las mujeres a construir un nuevo mundo, a tener coraje, y denunciar la violencia.

Organizada por la Tate Modern en colaboración con Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, Düsseldorf, la muestra invita a los visitantes a explorar la diversidad presente en el mundo creativo de esta mujer que se mudó siendo joven a los Estados Unidos y que van desde piezas provocativas como 'Cut Piece' (1964), donde invitaba a las personas a cortar su ropa, hasta obras como 'Film No.4 (Bottoms)' (1966-67), creada como una 'petición por la paz'.

La Tate Modern destaca que la exposición permite participar activamente en la experiencia, como en 'Wish Trees for London', donde el público puede contribuir con deseos personales para la construcción de la paz. Además, explora algunas de las obras y actuaciones más comentadas y polémicas de una artista que, persistiendo en desafiar las expectativas y superar obstáculos en el ámbito del arte contemporáneo a lo largo de su vida, ha conseguido por fin erigirse como una figura cuya importancia va mucho más allá de su matrimonio con Lennon, y la Tate Modern es ahora el mejor lugar para sumergirse en la riqueza de su legado artístico, que pese a las controversias de las que ha sido objeto, supone para muchos un valioso aporte a la expresión creativa y la cultura popular.

Y a pesar de que la vida de Ono ha transcurrido en gran parte fuera del ojo público en los últimos años, su presencia perdura. La artista, que cambió la agitación de Manhattan por la serenidad de la granja que compró con Lennon en Catskill, Nueva York, en 1978, ha aparecido en público pocas veces en los últimos años, algunas de ellas en silla de ruedas, pero sus creaciones continúan vibrando en el escenario mundial del arte.

Su relación con Lennon, que en su momento fue objeto de críticas y polémica, sigue siendo parte integral de su historia y una revisión de su figura es imposible sin este capítulo fundamental. El crucial encuentro entre ambos ocurrió en una de sus exposiciones en Londres en 1966, y luego comenzó una relación amorosa que desafiaría convenciones y transformaría tanto sus vidas como la historia de la música.

El matrimonio se consolidó en 1969, y al año siguiente, la decisión de Paul McCartney de dejar los Beatles, que se interpretó como el anuncio oficial de la separación de la banda, dio lugar a especulaciones sobre el papel de Ono en esa ruptura. Décadas después, McCartney reconoció que la presencia de Ono no fue la razón de que, en sus propias palabras, la fiesta hubiera terminado, pero una parte del público ya había decidido culpar al gran amor de Lennon.

La relación de ambos a menudo se percibía y se criticaba como una producción artística, desde los «bed-ins» por la paz hasta el «Lost Weekend» de dieciocho meses, un tiempo fuera del matrimonio en el que el músico estuvo con otra mujer. Y es que la vida personal de Ono, compleja y llena de extremos desde su nacimiento, parece también una performance: nació en el seno de una familia rica y privilegiada con decenas de sirvientes, sufrió la guerra oculta con su familia en un búnker, estudió en la universidad pero la dejó porque dijo sentirse como un animal domesticado, se trasladó de Japón a Estados Unidos, donde fue parte del movimiento vanguardista Fluxuss en Nueva York, se casó, tras dos separaciones, con el hombre que dijo ser «más famoso que Jesucristo», enviudó tras su asesinato a sangre fría y cargó con la injusta etiqueta de haber destruido a la banda más famosa del mundo. A esto se suman las particulares relaciones con su hijo Sean Lennon y con su hija Kyoko Chan Cox, a la que no vio durante 20 años.

El camino de la redención lo fue labrando despacio y a punta de brillar con luz propia, pero terminó de consumarse con el empujón del director Peter Jackson gracias al documental 'Get back' y de sus declaraciones posteriores sobre ella, en las que afirmó que Ono y Lennon no se separaban nunca porque estaban enamorados, y que la artista no interfirió en la relación de los músicos.

Así, la exposición en la Tate Modern es un tributo a una mujer que ha dejado una marca indeleble en el mundo del arte que quizá, o no, fue opacada y desmerecida por su relación con Lennon, pese a que ella era una figura importante en los círculos vanguardistas antes de conocerlo. A sus 91 años, la japonesa por fin parece haber conseguido trascender las sombras de la ruptura de los Beatles y dejar un impacto duradero en la cultura pop, con un legado que resuena más allá de las críticas y del paso del tiempo.