William Christie: «Hoy la música se está convirtiendo en política»
Tras dirigir 'Dido y Eneas' en el Liceo, el intérprete habla sobre su trayectoria y el futuro de la música
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Iniciar sesiónWilliam Christie (Buffalo, 1944) está en Barcelona, donde ha dirigido seis funciones de la ópera 'Dido y Eneas' de Henry Purcell, con coreografía y escena de la granadina Blanca Li. Se ha reservado la mañana para atender a algunos medios internacionales, ... de esos que llevan varias décadas haciéndole más o menos las mismas preguntas. Quizás es su acento estadounidense tamizado por medio siglo viviendo en Francia, pero da la sensación de cierto hastío al inicio de la conversación. A pesar de ello, se va animando a medida que hablamos de su pasado, del relevo al frente de su orquesta, 'Les arts florissants', los éxitos de sus discípulos y del festival que organiza cada año en los jardines que él mismo diseñó en la localidad de Thiré, más o menos a medio camino entre Nantes y La Rochelle.
Lleva usted sesenta años dirigiendo 'Dido y Eneas'. Yo, que tengo 45, no puedo ni imaginarme cómo debe ser convivir tanto tiempo con una obra de arte.
En realidad no es algo insólito. Hay pianistas que tienen 90 años y llevan el mismo tiempo o más tocando las sonatas de Beethoven. Tendemos a pensar que mejoramos más cuanto más conocemos una pieza. Creces con ella, y notas que va cambiando según cómo te sientas en cada etapa de tu vida. En 'Dido y Eneas', lo que permanece prácticamente igual es que desde el principio la consideré una de las piezas más hermosas que jamás había escuchado.
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¿Recuerda cuándo decidió que se iba a dedicar a la interpretación musical con criterios historicistas y con instrumentos propios de la época en que las obras fueron compuestas?
Yo me crie en una familia que amaba la música. Mi madre dirigía un coro en una pequeña iglesia. Así que conocí a Purcell, Bach y Händel muy pronto. Muy, muy pronto. Cuando tenía 12 ó 13 años, ni profesor de piano me dijo: «Te gusta más Bach que Beethoven y Brahms». Y respondí que sí, sin dudarlo. Más tarde, estudiando ya bioquímica en la universidad, la música antigua se fue convirtiendo en una parte extremadamente importante de mi vida. Con cerca de veinte años, decidí dejar Harvard e ir en su lugar a estudiar clavicémbalo a Yale. Así fue como me lancé a esta carrera en el campo de la música antigua.
Financiación de la cultura
«Muchos gobiernos no pagan nada o casi nada para mantener sus instituciones culturales en funcionamiento»
¿A veces se le menciona como el padre del movimiento historicista, pero ambos sabemos que no fue así. Mucho antes que usted, hubo intérpretes como la clavecinista Wanda Landowska a principios del siglo pasado. ¿Qué sensación le queda cuando ve que dicen que usted es el padre de esta corriente?
(Ríe) Bueno, si padre quiere decir que tengo hijos, me alegro mucho, porque en el fondo siempre me ha gustado la enseñanza y la transmisión de conocimientos. Enseñar es muy importante para mí. Doy clases en la Juilliard School, fui profesor en el Conservatorio de París, organizamos con 'Les arts florissants' cada dos años 'Le jardin des voix', para formar a jóvenes intérpretes… Así que sí, es bueno que te llamen papá. Y lo mejor es que sigo tocando y dirigiendo con muchos colegas jóvenes como Lea Desandre o Thomas Dunford. Son personas que tienen 50 años menos que yo, pero hacemos música maravillosa juntos.
Estos jóvenes, entre muchas otras oportunidades, participaron en su día en el festival que organiza usted en sus propios jardines, en Thiré. Hábleme de este evento.
—Son unos jardines que creé yo mismo para la música, y para compartir con la gente. Se han convertido, creo, en un gran éxito. Todos los años tenemos clases magistrales y residencias, conciertos, y dos festivales, uno en primavera y otro a finales de agosto, con música en diferentes partes del jardín, al aire libre, y también en la iglesia, al lado del agua… Creo que son muy queridos por la gente que viene a escucharnos, y el nivel de los profesores y los jóvenes intérpretes es increíble.
Sin elitismo
¿Qué futuro cree que espera a estos jóvenes con tanto talento en la música antigua?
Será el mismo que cualquier otro talento musical que se dedique a las óperas de Puccini o los lieder de Schubert, u otros estilos musicales. El mundo no puede vivir sin música, todo tipo de música. A mí me encantan, por ejemplo, Aretha Franklin y Frank Sinatra, el soul, algo de música contemporánea… Pero a veces se confunden los términos. Hoy la música se está convirtiendo en política. Hay gente que considera que la música clásica es elitista, y que tenemos que preocuparnos por las minorías, y otros asuntos que también son importantes. Pero si miramos a los Estados Unidos en este momento, la música clásica está teniendo dificultades en un sentido político. Creo que en Francia seremos capaces de resolver este problema de una manera diferente. Como aquí, en el Liceo, o Valencia, o Madrid. Hay público para la música clásica seria, acabamos de llenar seis veces las 1.700 butacas del Liceo.
¿Hay suficiente apoyo por parte de los gobiernos?
Tengo la suerte de vivir en Francia. El gobierno siempre se ha interesado muy activamente por la música y el teatro y la cultura en general. Pero no es suficiente para vivir. Tenemos que trabajar muy duro, y buscar patrocinadores privados, filántropos que nos ayuden. Y, por supuesto, es terriblemente difícil en lugares como los Estados Unidos o incluso peor ahora en Inglaterra u Holanda, donde el gobierno literalmente no paga nada o casi nada para mantener sus instituciones culturales en funcionamiento.
Paul Agnew está dirigiendo cada vez más 'Les arts florissants'. ¿Cómo se siente al ver que su orquesta sigue adelante aunque usted no la dirija?
Somos un cuerpo con dos cabezas, Paul es mi socio, y fue una idea que salió de mí, así que estoy contento. Aprecio su arte, y estoy muy feliz de que él esté implicado muy activamente.
No es una manera de trabajar que resulte habitual en el terreno de la música antigua. Directores como Gardiner o Savall no suelen dejar el podio a otros colegas.
—Bueno…, creo que Jordi piensa que la música occidental se acabará cuando él no esté (ríe).
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