Los siete pecados capitales de...
Vicente Vallés: «No creo que en esta profesión estemos más expuestos a la soberbia que en otras muchas»
Después de ganar el Primavera de Novela Espasa, el periodista publica su esperada segunda obra de ficción, 'La caza del ejecutor'
Los siete pecados capitales de Rodrigo Cortés
Vicente Vallés
El reconocido periodista Vicente Vallés, que ya ganó el premio Primavera de Novela Espasa en 2022 con su novela 'Operación Kazán', publica ahora su esperada segunda obra de ficción, 'La caza del ejecutor'. Con ella se consolida como gran autor de la novela de espías, ... tras la senda de maestros como Frederick Forsyth o John Le Carré y sin nada que envidiarles. ¿O sí será este su pecado capital? Le preguntamos al respecto.
—Le perdono un pecado.
—Perdóname la pereza. Más que por ejercerla, porque la añoro. No tengo tiempo para ser perezoso pero me encantaría.
—Así que no es tanto por acción como por omisión.
—Por ganas de pecar, sí.
—¿Hay alguno que le moleste especialmente?
—Quizá la soberbia.
—¿Porque esta profesión es especialmente dada a ello o no tiene nada que ver?
—No creo que en esta profesión estemos más expuestos a la soberbia que en otras muchas. Puede que sea inevitable por las características de nuestro trabajo pero creo que también hay mucho esfuerzo por resistirse. Y me parece un buen ejercicio.
—¿Alguno le parece más disculpable?
—En este país, que tenemos tan buenos cocineros, la gula debería ser, más que perdonada, casi de obligado cumplimiento.
—No debería ser pecado.
—Yo creo que ni siquiera lo es, deberíamos sacarla de la lista.
—O sea, que de gula sí peca y sin remordimientos.
—A mí es que me encanta comer. Intento controlarme porque normalmente como menos de las ganas que realmente tengo por lo bueno que está todo cuando vas a cualquier restaurante, a cualquier chiringuito. En España hay, por suerte, una variedad y una calidad excelentes. Por eso no me extraña que se acabe cayendo en la gula. Es absolutamente disculpable.
—Totalmente. Al fin y al cabo, ya nos lo decía Wenceslao Fernández Florez, los pecados capitales no son más que las grandes pasiones del ser humano exacerbadas. Quizá sea en el equilibrio donde esté el truco…
—Sí, yo creo que tenía mucha razón. Al fin y al cabo, todos esos pecados son circunstancias muy humanas. Por eso yo creo que a lo que tenemos que aspirar no es tanto a eliminarlos, que me parece algo imposible porque todos tenemos determinados tipos de necesidades físicas y mentales, pero sí aspirar a lo que nos debe diferenciar a los seres humanos de los seres que no lo son: nuestro intento de autocontrol en todos estos ámbitos. Una cosa es tener la tentación y otra cosa distinta es que siempre se caiga en la tentación.
—Eso demostraría que están muy bien elegidos cada uno de los pecados. Ahora que ya sabemos que sacaría la gula de la lista… ¿Hay alguno que añadiría?
—Está muy bien estudiada esta lista. Quien la hizo en su día la tenía bien trabajada. Pero quizá añadiría el exceso de ambición.
—¿Lo diferenciaría de la avaricia?
— Sí, asocio la avaricia más a lo material. Y a veces uno es ambicioso en exceso en otros ámbitos. Y creo que la ambición es buena, pero no en exceso. Si traspasas una línea se convierte en algo negativo.
—¿Coinciden los pecados que más le molestan en los demás con aquellos a los que se resiste con mayor esmero?
—Cuando uno se sienta a pensar sobre su propia actuación, las cosas que haya podido hacer, y lo hace serenamente y con sentido autocrítico lo más objetivo posible, uno es capaz de ver en qué se pasó o fue demasiado lejos. También puede pasar que uno diga: «Aquí me quedé demasiado corto». Pero sí, suelen coincidir.