Vargas Llosa ingresa en el club de los 'inmortales': «La literatura francesa fue y sigue siendo la mejor»
Se trata del primer escritor en lengua extranjera en entrar en la Academia de Francia
Corresponsal en París
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Iniciar sesiónPor vez primera en la historia, un escritor que nunca ha escrito en francés, Mario Vargas Llosa, ha ingresado en la Academie Française. El acto, celebrado este jueves, tuvo como invitado de honor a Don Juan Carlos, acompañado de su hija la infanta Cristina. ... Es un acontecimiento histórico que tiene muchas dimensiones.
Vargas Llosa fue elegido académico francés el 2021, cuando tenía 84 años, poco menos de diez años más de lo administrativamente «legal». Elegido por aclamación, el nuevo académico francés forma parte de los escritores de otras lenguas y culturas, «adoptado» como franceses por su gran labor a favor de la literatura francesa. Por vez primera se ha elegido a un escritor que nunca ha escrito en francés.
Nacido en Perú, residente en Madrid, miembro de la Real Academia Española, premio Nobel por su obra escrita en español, Vargas Llosa hizo en su discurso de ingreso una loa excepcional de la lengua y la cultura francesa, que comenzó de este modo: «Cuando aprendí el francés y a leer literatura francesa comprendí que, en el fondo, deseaba llegar a ser escritor francés. Estaba convencido que era imposible ser escritor en el Perú. Un país sin editoriales, con pocas librerías, donde los únicos escritores que conocía eran abogados que escribían poemas los domingos. Yo quería ser escritor. Y por eso soñaba con Francia y París».
Vargas Llosa, el inmortal
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Tras esa confesión, Vargas Llosa hizo esta apasionada declaración de amor a la literatura francesa: «La literatura francesa fue y sigue siendo la mejor. ¿Qué significa la mejor? La más audaz, la más libre, la que es capaz de construir mundos a partir de escombros humanos, la que pone orden y claridad en la vida de las palabras, la que rompe con los valores existentes, la que desobedece a la actualidad, la que regula los sueños de los seres humanos».
A partir de esa convicción personal, Vargas Llosa confiere a la literatura y a la novela, en particular, esta misión mesiánica: «La novela salvará al mundo, o se destruirá con él, para desaparecer». Ante tal ambición histórica, el escritor estima que la lengua y la cultura francesa están llamadas a ocupar un puesto a todas luces capital: «La literatura francesa ha hecho soñar al mundo entero en un mundo mejor. La literatura francesa ha permitido que sean realidad muchas democracias, preservando la razón contra sueños y revoluciones, tras tantos fracasos y muertos».
Vargas Llosa confiere a la razón y calidad presumida a la lengua y la literatura francesa esta misión universal: «La literatura puede salvar el mundo, proteger nuestro pequeño planeta, que la locura humana ha sembrado con bombas atómicas, suficientes para hacerlo desaparecer... Nada hubiera sido posible sin la libertad que Francia ha acompañado de manera permanente. Ningún país como Francia ha vivido esa libertad de manera permanente, autorizándonos todos los excesos literarios y de otra naturaleza. Francia, antes que ninguna otra nación, ha incorporado esos valores a la literatura y la vida misma. Ningún país tiene una literatura más audaz. De ahí que Francia haya explorado y visto nacer todas las corrientes de la vida y la literatura que exploraban las luces y sombras, los reductos más rebeldes de la personalidad, como el dadaísmo, el freudismo, el surrealismo, con sus diversas escuelas y tendencias».
Si la gran literatura francesa fue y pudiera ser «la mejor», Vargas Llosa estima que el más grande de los escritores franceses modernos (finales del XIX) es Gustave Flaubert. Más grande que Balzac y Victor Hugo, más grande que Galdós, Tolstoi o Dostoievski, como patriarca de la literatura definitivamente contemporánea, con invenciones y recursos retóricos que el escritor hispano-peruano sitúa por encima de Joyce, Proust, Kafka o Faulkner (no citados).
Como acto social, el ingreso de Vargas Llosa en la Académie contó con una nutrida representación española, comenzando por Santiago Muñoz Machado (director de la RAE), Gregorio Marañón, presidente del Teatro Real y la Fundación Ortega-Marañón, el embajador de España en París, Victorio Redondo Baldrich, Justo Zambrana, director del Colegio de España, Manuel Valls, ex primer ministro francés y el escritor Fernando Iwasaki. Por parte francesa, la plana mayor de la Académie, encabezada por su secretaria perpetua, Hélène Carrère d'Encausse, y el escritor Daniel Rondeau, que culminó su elogio al nuevo académico de este modo: «Querido Vargas Llosa, sea usted bienvenido, entre otros, en la tribu de los efímeros inmortales».
Ante los elogios excepcionales de Vargas Llosa al pasado y el futuro de la lengua y la cultura francesas, se presta al presidente de la República, Emmanuel Macron, la intención, por confirmar, de una cena privada y de honor, con Don Juan Carlos y el nuevo académico francés, la noche de este viernes en el Elíseo.
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