Vanesa Martín, diez días sin mar en Madrid
El peor verano de mi vida
La cantante, que está trabajando en su segundo libro, asegura que es una persona de sol y playa y por eso, cuando llega el mal tiempo se va de gira a Latinoamérica y pasa enero y febrero en Miami
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Iniciar sesiónVanesa Martín es persona de mar y de verano. De hecho, asegura que vive en algo así como un «verano continuo», ya que, desde hace años, cuando en España empieza el mal tiempo ella se va de gira a Latinoamérica e intenta pasar los ... meses de enero y febrero en Miami. Siempre cerca del mar, siempre con temperaturas tirando a altas. Desde este punto de vista, el peor verano de su vida podría haber sucedido en cualquier mes. Aun así, asegura: «Yo no te sé decir el peor verano de mi vida». Será, quizás, «cuando yo no pueda venir a Málaga, no pueda venir al sur».
Ella es, ante todo «animal acuático: estoy todo el día en el mar». «Por eso utilizo el mar tanto en mis canciones», me cuenta, hasta el punto de que a veces tiene que eliminarla por miedo a hacerse pesada. «Cuando veo la palabra mar en alguna canción digo 'uy, espérate, quítala, que ya está muy repetida, hija'».
Esto la lleva a recordar que ya ha tenido como mínimo un conato de verano sin mar, aunque fueran solamente diez días. Fue cuando preparaba 'Crónica de un baile': «Recuerdo llegar a Madrid un 2 de agosto, estaba completamente vacío y yo en aquel momento tenía un pisito en el centro». Había que grabar un videoclip, hacerse las fotos promocionales… Y claro, ya no es que en Madrid no hay playa -vaya-, sino que el piso «no tenía ni terraza ni nada, me subía por las paredes». Aun así, saca la parte positiva, «no puedo decir que fuera un mal verano, hicimos el videoclip, el disco funcionó bien…». Viendo que no hay manera de encontrar un verano memorablemente malo, concluye: «Yo no soy de instalarme en el drama tampoco». Ni tan siquiera en momentos dolorosos como los que retrata en la canción 'Inmunes'. «Yo creo que todos la verdad que pasamos por momentos así, de menos brillo, yo creo que esa canción esta archivada, sudada, vivida, aprendida…». Vamos, que no hay mal verano que valga, y punto.
Quizás la clave para que los veranos sean buenos es elegir bien la compañía. En el caso de Vanesa Martín: personas, perros y caballos, no necesariamente por este orden. Sus perros se cuelan a ratos en la entrevista. «Son una toma de tierra increíblemente sanadora y súper divertida y súper necesaria», dice, entre ladrido y ladrido. «Si aprendiéramos más de la fidelidad, la lealtad y el amor incondicional que tienen los perros hacia nosotros, nos iría mucho mejor», asegura, para añadir que los suyos, quizás por estar todo el día oyéndola cantar «son unos intensos», y esta misma semana han pasado largos ratos mirando la superluna.
A los caballos es alérgica, y además no dispone de espacio para tenerlos, pero los apadrina en la protectora Todos los caballos del mundo: «Son caballos rescatados de violencia, de malos tratos, y me cuentan la cantidad de terapias que hacen a veces con niños con trastorno del espectro autista o con mujeres víctimas de violencia de género». «Es increíble su nobleza».
Y después están también la familia y los amigos. Si el éxito no la ha hecho ser peor persona es gracias a su entorno: «La educación de mi familia hace que no se me vaya la cabeza ni medio centímetro, porque por suerte es maravillosa y tienen cero tontería».
Los compañeros de viaje también han puesto algo más que un granito de arena. Como ejemplo, su hasta ahora batería, Jose, que cuelga las baquetas para irse a un monasterio budista: toda una lección de vida.
En los próximos meses, siempre con un ojo puesto en el mar, Vanesa Martín emprende la segunda parte de su gira 'Placeres y pecados', que la llevará a diferentes ciudades españolas, Madrid y Barcelona entre ellas, con un espectáculo renovado. Su próximo proyecto no es un disco, sino su segundo libro. Está trabajando intensamente estas semanas en él, pero no olvida la música. Por las noches coge la guitarra y canta, pero ahora tiene que tener cuidado incluso ensayando: su nueva vecina es crítica de ópera. «Imagínate de esto que estás tú con la guitarra a las doce de la noche después de una cenita y de repente te llega un mensaje al móvil, diciendo 'Oye, me está encantando'». Cuenta que le da tanto apuro que se iría a la otra punta de la casa. No será para tanto.
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