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ABC Cultural

¡Ay, si los toros bravos hablaran!

De Experto, un torrente de casta, al superclase Tejonero: dos toros de Santiago Domecq para reventar Madrid y encumbrarse. Sólo Borja Jiménez cortó una oreja

Hasta que llegó el tsunami 

La bravura de Tejonero en la muleta de Talavante EFe
Rosario Pérez

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Y llegó Santiago Domecq, con toda su bravura a cuestas, para poner a Madrid en su sitio, a los toreros en el suyo y a los veterinarios a repasar su cuaderno de penitencias. Un trasiego de camiones con toros bravos había recorrido en las ... últimas horas la Nacional IV, como siguen llamándola las gentes taurinas. Más de una docena tuvieron que traer desde 'Garcisobaco', la finca donde se cría el ganado que más expectación ha despertado esta temporada, sobre todo después del lujoso conjunto lidiado en Sevilla. Pero el sanedrín de veterinarios –los mismos que son capaces de pasar un cojo, una charolesa, reses asardinadas y algún ejemplar para industrias cárnicas– sólo aprobó cinco. Después de tanta danza de corrales, no fue la corrida más igualada, pero no falló su comportamiento, capaz de callar las protestas y convertir todas las lanzas en cañas. No hubo ningún mastodonte, ni tampoco ninguno de esos bueyes con los que araba San Isidro. Hubo toros con divino cuello para descolgar, humillar y embestir; para soñar el toreo de látigo y seda, de poderío sin atragantones, de temple y categoría; de encontrar alturas y distancias; de apostar, tirar la moneda y mandar. Y los que mandaron de verdad fueron los ejemplares del cortijo de Jerez. ¡Gloria a los toros bravos!

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