Del temple derramado por Perera a la pasión desbocada con Cantaclaro, indultado por Fernando Adrián

El extremeño bordó el toreo al ralentí antes de la explosión de locura con un bravo toro de Luis Algarra

Todos los carteles taurinos de la Feria de Palencia 2024

Fernando Adrián observa el regreso a toriles de Cantaclaro, el sexto toro Emilio Méndez

Quisiéramos andar los caminos con el temple de Perera, sin perder esa pasión desbocada de los Campos Góticos cuando clamaban por el indulto de Cantaclaro. Derramó su bravura el de Luis Algarra, como antes la mano de seda extremeña había derramado sus delicias. ... Ay, si le toca ese sexto toro, que cayó en el lote de Fernando Adrián, al que le embestiría hasta la vaca de Milka. Toda su rotundidad ofreció. Y quien todo da no está obligado a más.

Tuvo la suerte Cartelero, el segundo, de toparse con Miguel Ángel. Ni un solo tirón admitía: y ni uno hubo. Qué derroche de nobleza la de este algarra, que anunció su clasecita desde que apareció por chiqueros, con esas hechuras nacidas para embestir, con cuello para descolgar y el hocico hacia delante. Sin embargo, este guapo ejemplar carecía de la chispa necesaria, sin esa casta que dispara los corazones. Su fortuna fue encontrarse con el hombre tranquilo, tan castigado por los toros en un duro verano: dos costillas rotas y cornadas en el gemelo y el escroto. Con un par su sereno estar, sin perder ese punto de gallardía que nunca le debe faltar a una figura.

Con sones triunfales transcurrió este segundo capítulo, con Duarte y Herrera desmonterados. Y Perera, conocedor de las bondades de Cartelero (ay, si hubiese escondido la bravura de aquel cárdeno de San Isidro del mismo bautismo), brindó al público y prologó por el palo de la rectitud de vela invertida: por pendulares, aunque el oro molido se hallaba en aquel pase de pecho que aún barre el lomo. El de Puebla del Prior, que también sabe parar el tiempo, ralentizó aún más esas agujas que andaban por Ampudia. Siete minutos de retraso marcaba el reloj. Lo de atrasarlos, una picaresca que no vamos a descubrir ahora, se viene extendiendo por las plazas, sin más objetivo que los más rezagados vayan ocupando su lugar. Con pilas o no las manecillas, nunca falta ese penúltimo aficionado –el de ayer más vale que tire el traje– que llega derramando copazos, como Perera derramaba el temple. Cómo fueron las tafalleras, cosidas a una tijerilla y una media. De cámara superlenta, como su redonda diestra. Y cuando vio que perdía fuelle a estribor, tomó la zurda y oxigenó con listeza a Cartelero mientras goteaban naturales parsimoniosos. Con el bondadoso depósito ya en rojo, Perera se asentó en las cercanías entre la algarabía del personal. «¡Torero, torero!», gritaban cuando lo reventó con la espada. Dos orejas se ganó.

Adrián y Perera salen a hombros E. MÉNDEZ

La pasión se desató como nunca en el sexto, con una transmisión especial desde los lances de rodillas. Querer y querer fue el sello de Fernando Adrián, cuyos paseíllos se cuentan por triunfos y ya es el segundo indulto consecutivo en este escenario. No tuvo la lidia más perfecta Cantaclaro –cumplidor en el peto–, pero en cuanto se quedó a solas con el torero se adivinó que sus hechuras escondían embestidas de cante grande. Un brindis personal hizo a un espectador, sin tino al arrojar la montera, que voló a otro tendido. Hasta eso vitoreaba el festivo público, con oles mientras pasaba de unas manos a otras.

Feria de Palencia

  • Coso de los Campos Góticos. Viernes, 30 de agosto de 2024. Segunda corrida de la Feria de San Antolín. Media entrada. Toros de Luis Algarra, de cómoda presencia dentro de una armonía general, muy nobles y de poca chispa en conjunto; indultado el excelente y bravo 6º.
  • Sebastián Castella, de lila y oro. En el primero, media tendida (saludos). En el cuarto, pinchazo al resbalar y estocada (oreja con petición de otra y pitos al palco).
  • Miguel Ángel Perera, de marfil y oro. En el segundo, estocada desprendida (dos orejas). En el quinto, estocada corta defectuosa (leve petición y saludos tras aviso).
  • Fernando Adrián, de tabaco y oro. En el tercero, metisaca, estocada y descabello (oreja). Indultado el sexto (dos orejas y rabo simbólicos).

Con la montera ya en su sitio, el madrileño arrancó con firmeza su dispuestísima faena: por delante y por detrás. Para relajarse enseguida a derechas, acompañando el rítmico viaje. Cuando se abandonaba era cuando más decía, pues cuando forzaba el cuerpo la estética se descomponía. Entregadísimo acudía Cantaclaro, con esa fijeza y repetición. Adrián tiró de sus armas y se echó de hinojos de nuevo, con el nobilísimo animal sin hacer un solo extraño, mientras los tendidos se ponían en pie y el runrún del indulto comenzaba a forjarse. Aquello era una locura y, cuando se perfiló para matar, la pitada llegó a Valladolid. Siguió toreando entonces mientras el toro, a más, arrastraba el hocico por la arena. Qué pedazo de ejemplar, que hasta hizo el avión cuando Adrián, roto ahora y con poderío, lo exigió más en la enésima reivindicación del sitio que se ha ganado en todas las ferias. Miraba el matador al palco, el lugar donde todos los ojos se dirigían. Se hizo de rogar el presidente, pero la petición era tan unánime que no quedaba otra que enseñar el pañuelo naranja. Llegará, cómo no, la polémica de siempre, pero los Campos Góticos eran un clamor y todo el que pagó fue feliz a las nueve menos cuarto. Bendita felicidad. Para todo lo demás, la ficha...

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