feria de burgos
Un tsunami de toreo, casta y alegría
Luque indulta un toro de Juan Pedro y corta cuatro orejas y rabo; De Justo logra cuatro trofeos; Aguado, dos
La personalidad de Ortega y las orejas fantasma
Ángel González Abad
Burgos
Para el cartel más rematado se apuntaron los antitaurinos, pocos, la verdad. Apenas una veintena y protegidos por una dotación policial que casi igualaba en número a los manifestantes. Hasta cuatro tanquetas de la Policía Nacional hacían guardia en un cuadrado del que salían los ... gritos de «la tortura no es cultura» y demás. Conforme llegaban las charangas y los peñistas, las soflamas se hacían inaudibles. No aguaron la fiesta a las diez mil personas que llenaron el moderno coliseo burgalés. Allí dentro ni un solo policía, al menos de uniforme. No hacían falta en una tarde en la que se desató un auténtico huracán de toreo, de buen toreo, de sangre brava y de alegría. Una tarde de fiesta, de Fiesta con mayúsculas, que acabó con Daniel Luque, Emilio de Justo, Pablo Aguado y el ganadero Juan Pedro Domecq a hombros de un tsunami que los empujó hacia la puerta grande.
La tarde no pudo comenzar mejor. El juampedro que abrió plaza resultó un dulce, alegre en sus embestidas largas y templadas. Lo cuidaron en varas porque le faltaba un punto de fuerza, pero fue perfecto para que Daniel Luque se encajara con él en una faena en la que jugó con las distancias y los tiempos para sacarle todo lo que tenía. A derechas lo llevó siempre muy cosido a la muleta y con la zurda se ajustó en naturales espléndidos. Por si había dudas, la estocada, entrando por derecho y clavando arriba, las disipó, y a sus manos fueron las dos orejas.
Mejoró la cosa con el cuarto, Rencoroso de nombre, sin excesos en sus formas e incansable en sus embestidas. Lo recibió Luque de rodillas con el capote y de la misma guisa con la franela, para ya de pie fundirse en un monumental natural que dio paso a una faena siempre a más. A media altura con la derecha hasta que, ya sometido, toro y torero se fundieron en series sin solución de continuidad. Pero lo grande estaba por llegar. Muleta en la izquierda, dándole sitio, un natural, otro… el toro cada vez más cerca, el torero cada vez más grande. La plaza a hervir, y más cuando se desató la locura con una sobredosis de luquecinas marca de la casa. Comenzaron los siseos, el «no lo mates», cada vez con más fuerza. Un clamor cuando montaba la espada, hasta que el final la presidencia cedió y asomó el pañuelo naranja del indulto. ¿Lo merecía el de Juan Pedro? Extraordinario el toro, con la sombra de unos amagos de irse. No importaba nada. Los máximos trofeos en una corrida que había entrado ya en la vía de una irrefrenable alegría.
Morenito de Aranda, ¡como el que lo inventó!
Ángel González AbadToreo puro, sin espada, del burgalés, y salida a hombros de Joselito Adame
Y si bien estuvo Daniel Luque, Emilio de Justo no se dejó ganar la pelea, que lo fue, pura competencia en el ruedo. El extremeño cuajó al buen segundo, gustándose por momentos y cobrando un estoconazo de los que se ven pocos. En corto y por derecho, como una vela, como un obús que enmudeció el jolgorio por la verdad con que De Justo se fue tras la espada. Dos orejas al esportón, pero no por eso conforme. Había que estar muy sereno y ser muy ambicioso para plantear batalla tras el suceso del indulto. Y así estuvo, con un afán de triunfo y con una firmeza y solvencia desde la larga de rodillas con el capote hasta los impecables naturales, la figura erguida, el trazo largo y templado, y el final, otra vez genuflexo, para reventar la tarde. Otra estocada de libro, de enciclopedia mejor, y otras dos orejas mientras a Piripi le premiaban con la vuelta al ruedo.
FERIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
- Plaza de toros de Burgos. Cuarta de feria, lleno. Toros de Juan Pedro Domecq, sin excesos de presencia y de buen juego. El cuarto, Rencoroso, fue indultado, y al quinto, Piripi, se le dio la vuelta al ruedo.
- Daniel Luque , celeste y oro. Estocada (dos orejas). En el cuarto, dos orejas y rabo simbólicos.
- Emilio de Justo , de ribera y oro. Estocada (dos orejas). En el quinto, estocada (dos orejas).
- Pablo Aguado , de verde y oro. Estocada desprendida (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja).
¿Quedó ensombrecido Pablo Aguado por sus compañeros? Nada de eso, lo único que cortó menos orejas en una tarde en la que pudo haberse contagiado del aire de fiesta y, lejos de eso, fue fiel a su concepto. Tarde de toreo cadencioso, sin estridencias, de naturalidad plena, que, al final, caló en los tendidos. A hombros se lo llevaron también, y ahí seguían, tres horas después los antitaurinos, policías incluidos.
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