El toreo se contagia de la sonrisa de María en una mágica tarde

Un sueño fue la obra de Talavante a Sacacuartos, un toro de Zalduendo de suprema clase, con un ritmo que acarició el extremeño de manera exquisita, especialmente por el pitón izquierdo, con naturales deletreados y primorosos. Dos orejas se ganó. Y otras dos del cuarto, en el que enterró una estocada de premio.

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Toda la entrega que le faltó al segundo la puso un asentado Gonzalo Caballero hasta arrancar una oreja. Y el doble galardón obtuvo del quinto, un mansito con duración en el que se volcó en el espadazo final. Feliz su reaparición, en la que dio la vuelta al ruedo con María en medio de una ovación de gala de los tendidos.

Una auténtica faena de capote cuajó Pablo Aguado al sobrero, al que cortó dos orejas. Pura maravilla, con una armonía que se lentificó aún más en el sexto. Imposible torear más despacio. Belleza y naturalidad también con la muleta, con varios carteles de toros y un brindis que resumía la sonriente tarde de María -«encarna todos los valores del pueblo español»-, que salió a hombros con los toreros.