Mano a mano Borja-Adrián: ¡qué difícil es llegar a figura!
La corrida de Victoriano de Río, de Puerta Grande, se arrastró intacta en el mano a mano de triunfadores venteños, con mejor dimensión del torero de Espartinas. Salió con el cuchillo entre los dientes, pero le faltó afilarlo más
La caída de OneToro
Madrid
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Iniciar sesiónCon el cuchillo entre los dientes parecían pisar la arena los dos triunfadores de la temporada venteña. Un quinteto de salidas a hombros sumaban: tres consecutivas de Fernando Adrián y dos de Borja Jiménez. Se rompió la racha. Y eso que se vaciaron ... de entrega, pero no cuajaron ni una faena en un conjunto de Victoriano del Río de Puerta Grande, variado y con las teclas de la casta brava. Con sus diversas notas y duración, seis de seis embistieron, con las orejas colgando, y solo en el segundo se prendió una luz hacia el paraíso...
Faltaba un minuto para las seis y media cuando Jiménez se hincó de rodillas frente a la cueva de los miedos. Se santiguó, lanzó un beso al cielo y tocó su amuleto derecho mientras una escayola asomaba en la otra mano, con un dedo partido. Contenía la respiración el tendido y la mirada del torero se clavaba en el castaño bragado que asomaba por chiqueros. «¡Vente, toro!», lo animaba. Y lo esperó con sangre fría para trazar la larga. Aunque lo verdaderamente soberbio fue el racimo de verónicas. Roto, hundido, con una ceñidísima como para hacer la cobra a Enamorado. ¡Qué profundidad traía! De aplastante sinceridad aquel puñado de lances, con un remate de extrema quietud. La Monumental era entonces un manicomio. Todo esto, de bárbara intensidad, había sucedido en apenas 180 segundos. Las seis y treinta y dos marcaba el reloj. Hizo la suerte de varas Tito con esmero, pero como en el segundo apenas lo picó –tónica del sexteto– eso desencantaría a un sector. Apretó en banderillas Enamorado, con carbón del bueno. El de Espartinas lo sabía y brindó. Con aquella embestida de grandezas, se presentía una faena de grandezas, que las hubo tras ese esperar en el estribo, con unos doblones de mágico sabor. Madrid había entrado de lleno en la obra, seguida con verticalidad, relajado, despacio. Cortito el muletazo, por lo que a veces no se sabía si el toro iba hacia más allá, con un tranco más. Aquella fábula, en la que se vio a un torero en distintas versiones –más desmayado unas, apretando otras–, contaba con la humillación del 116. Concedió distancias en terrenos del 9, pero faltaba ese punto de más para redondear las series. Cuando parecía que la faena estaba hecha, se dirigió de nuevo al animal, trazó una espaldina y cautivó en unos naturales a pies juntos que recuperaban el nivel. Coreaba la Monumental el broche a dos manos, arrebatado y poderoso, vaciando a ras de tierra el viaje. La espada escondía el tesoro de la oreja, pero no anduvo fino y la recompensa quedó en una vuelta al ruedo pedida por sol y sombra. Con una ovación despidieron a Enamorado.
Había descorchado la interesantísima corrida un Bisonte muy fiero, con el que Adrián lo intentó con valerosa voluntad en medio del viento y cerca de tablas, pero la plaza se decantó claramente por un toro al que no le hubiese venido mal otro puyazo y que exigía otro planteamiento. Un Bisonte de apuesta que hubiese puesto a cavilar a medio escalafón. «Se va sin torear», se oyó. Suyo fue el lote de más transmisión, pues el humillador cuarto, con bravuconería, era para entenderlo de otra manera. Pura entrega en el quinto, con el que se llevó varios sustos y buscó puntuar, pero lo tarde no estaba escrita para él.
Fernando Adrián y Borja Jiménez, un mano a mano de los triunfadores de la temporada: «Cuando estás en la arena no hay nadie que te pueda manipular»
Alicia P. VelardeLos dos toreros protagonizan un coloquio previo a torear en Las Ventas en una de las corridas de más expectación de la Feria de Otoño
Tampoco para Jiménez, pese a su disposición infinita, sus tres saludos en chiqueros y sus ganas de arrear. Suyos fueron los momentos de mayor proyección, pero la realidad es que no se entendió con el cuarto y su querer no pudo remontar en el último, de menor duración. Faltó afilar más ese cuchillo que traía entre los dientes para redondear una temporada admirable.
Feria de Otoño
- Monumental de las Ventas. Sábado, 5 de octubre de 2024. Quinta corrida. Casi lleno en tarde de viento. Toros de Victoriano del Río, bien presentados dentro de su dispar remate y de casta brava. De variado juego, con distintos registros y teclas que tocar; sobresalieron el exigente y fiero 1º y el estupendo 2º.
- Fernando Adrián, de tabaco y oro: estocada caída (pitos); estocada tendida(silencio); media atravesada y dos descabellos (saludos tras aviso).
- Borja Jiménez, de blanco y oro: pinchazo y estocada desprendida (vuelta al ruedo); pinchazo hondo, media tendida y tres descabellos (silencio tras aviso); fea estocada trasera (silencio tras aviso).
Qué difícil es ser torero y qué dificilísimo llegar a figura. Un milagro. Por eso pocos son los que mandan y los elegidos: ¿qué hubiese pasado con Roca Rey frente a este sexteto? A pesar de la entrega de los triunfadores venteños –quien da lo que tiene no está obligado a más–, la sensación fue que se había desperdiciado un río de orejas de la corrida de Victoriano. Intacta se arrastró.
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