El toreo sin premio de Álvaro Burdiel convence en Madrid
El baile de corrales dejó la novillada de Fernay en un remiendo de hasta tres hierros que permitieron a los tres novilleros mostrar sus virtudes
Un titán llamado Roca Rey: tras ser operado de una cornada de 18 centímetros, salió al ruedo y se le saltaron los puntos mientras toreaba
David Jaramillo
Madrid
Comenzó la tarde lanzada con la oreja que Víctor Hernández cortó del primero, un novillo que embistió con reservas y cierto genio agresivo en el capote (encima se llamaba «Islero», ¡qué guasa ponerle ese nombre!), pero que en la muleta sacó toda su nobleza ... y calidad. Sobre todo por el pitón derecho. Hernández, que brindó al diestro Fernando Adrián, apostó cambiando la embestida por la espalda en los medios, para luego comprobar la calidad del novillo en una buena serie de derechazos. El madrileño se fue asentando poco a poco y los muletazos ganaron en hondura, ayudados por la intensidad de la embestida del animal y el temple que imprimió el novillero que, sin embargo, no encontró eso mismo acople con la izquierda, por donde el novillo fue más recto. Hubo dos derechazos y un trinchezaro soberbios previos a la estocada, la que puso en sus manos el trofeo.
Con la motivación de tener la Puerta Grande entreabierta salió el madrileño ante el cuarto, pero este (de Carriquiri) resultó manso y desentendido a partir del embroque. Ya lo mostró en el capote, pero lo evidenció más en la muleta, a la que acudió deslucido y sin humillar. No le quiso exigir el novillero, quizá evitando que se rajara, pero tampoco le gobernó, perdiéndose en una labor movida y sin norte definido, esfumándose cualquier posibilidad de Puerta Grande.
Se presentaba Aarón Rodríguez en Las Ventas y la verdad es que es que salió a no dejarse nada. Si bien el segundo, de Fernay, apenas le dejó manejar el capote con solvencia por su desordenada embestida, en la muleta obedeció mejor a los toques y permitió que el toledano sacara detalles del concepto que atesora. Su comienzo por doblones fue clave para definirlo, aunque se echó en falta algo más de gobierno, normal, dada su falta de rodaje (esta es apenas su séptima novillada en cinco temporadas). Lo cierto es que con esas potables embestidas le valió a Aarón para desmayar el trazo y encajarse en muletazos sentidos, antes de ser arrollado violentamente por el novillo y quedar a su merced en la arena. Se vivieron momentos de mucha angustia, pero antes de entrar a la enfermería Rodríguez volvió a la cara del animal, sin chaquetilla, para tirar de vergüenza torera y firmar instantes de mucho mérito. Hubo naturales lentos y suaves, sellados con un pase de pecho soberbios, entremezclados con momentos de apuro. Pudo cortar la oreja, pero la espada ladeada, que entró en intercambio con un fuerte topetazo en el pecho, pudo inclinar la balanza del presidente para no sacar el pañuelo. La vuelta fue justa. Luego pasaría a la enfermería, donde le desaconsejaron volver a la lidia, lo que desoyó el novillero, que regresó para dar cuenta del quinto, un novillo que repitió a media altura y se quiso colar por el pitón izquierdo.
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Por eso anduvo preclaro Aarón para someter por bajo y en redondo, siempre por el pitón derecho, el más potable. Se afianzó el novillero en que dos series relajó el brazo y se asentó en los riñones para dejar varios buenos derechazos, hasta que, en un pase de pecho, el novillo le pegó un achuchón que le robó la confianza, pues a partir de ahí los muletazos salieron trompicados y la faena resultó imposible de remontar. Cosas del oficio. Igual que su desacierto con la espada. Sin embargo, el toledano apuntó detalles valorables esta tarde en Madrid.
Espoleado salió Álvaro Burdiel ante el tercero, al que dibujó un manojo de verónicas mecidas y rotundas, como la media monumental con la que cerró el saludo. El novillo tenía tanta clase como escasa fortaleza, por eso tras su paso por el caballo llegó a la muleta sin repetición, aunque el buen fondo le ayudaba a seguir buscando pelea. Fue esa la virtud de la que tiró Burdiel, después de un brillante inicio por naturales y trincherazos para ganar los medios con torería, pues antes que buscar la ligazón apostó por bordar cada muletazo, uno a uno, enganchando adelante con los vuelos, templando con la yema de los dedos el vuelo bajo de la franela y vaciando detrás de la cadera con suavidad. Perfecto. Y el novillo lo agradeció tomando con seriedad las telas y embistiendo con calidad entregada en cada viaje. Así, los naturales fueron soberbios y los pases de pecho interminables. Cierto, faltaba continuidad, pero el peso de cada muletazo valía lo suyo. Era faena de premio y los pañuelos salieron tras el espadazo, menos el del presidente.
Plaza de toros de Las Ventas
- Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Domingo 6 de agosto de 2023. Menos de un cuarto de entrada (5.634 espectadores según la empresa). Tres novillos de Carriquiri, cuarto, quinto y sexto, dos de Fernay, segundo y tercero, y uno de Julio de la Puerta, primero. Correctos de presentación en sus diferentes hechuras. Bueno el primero; potable el segundo; sin repetición el enclasado tercero; manso y deslucido el cuarto; repetidor a media altura el quinto; y noble y bueno, pero sin fuerza el sexto.
- Víctor Hernández, de malva y oro, aviso y estocada (oreja). Y en el cuarto estocada (ovación).
- Aarón Rodríguez, de verde bandera y oro, aviso y estocada ladeada (vuelta). Y en el quinto tres pinchazos, aviso, dos pinchazos, media estocada atravesada, descabello, aviso y tres descabellos más (silencio).
- Álvaro Burdiel, de azul noche y oro, aviso y estocada perpendicular (vuelta). Y en el sexto, dos pinchazos, estocada desprendida, aviso y tres descabellos (palmas).
- Incidencias: Aarón Rodríguez, que se presentó con «Fatigoso», nº 20, negro de 471 kg., sufrió una contusión hemitórax derecho y puntazo corrido en región lumar izquierda, de pronóstico reservado. Continuó la lidia en contra del criterio médico. Destacaron en banderillas Juan Carlos Rey en el primero, Raúl Cervantes en el segundo y José Manuel Mas en el tercero.
Pensamos que, con el buen inicio de faena al sexto, brillante de nuevo a la verónica y dos medias acompasadas, podría tener ocasión Burdiel de sacarse la espina. Pero fue un espejismo, pues al novillo le faltaron fuerzas para aguantar la faena, por mucho que Álvaro se esforzó en tratarlo con delicadeza y jugar la altura necesaria para ayudarle con serenidad y cabeza. Aún así, Burdiel dejó varios muletazos sólidos, perfectamente concebidos, pero tan aislados el uno del otro por la condición del novillo que aquello nunca subió con fuerza. Además, esta vez falló la espada. Sin embargo, dejó las mejores sensaciones de la tarde y las ganas de volverle a ver.
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