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ABC Cultural

Tesoros ocultos en el Oeste bravo: un toro, un hombre y un caballo

Mariana Gasset rescata la memoria del campo de 1860 a 1960, con fotografías inéditas del álbum íntimo de los ganaderos, «héroes en extinción» a los que se rinde homenaje en un libro de lujo, con prólogo de José F. Peláez

David de Miranda: «Lo prohibido, o lo que quieren prohibir, siempre tiene un plus de atracción. Y eso se refleja en los tendidos»

Antonio Pérez-Tabernero, en un encierro en la estación de Villar de los Álamos, con la casa de San Fernando al fondo (1945) Fotos: 'Memorias del campo bravo'
Rosario Pérez

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«Marqués, teniendo las mejores vacas de carne del país, ¿para qué se mete usted en este lío tan grande que es la cría del ganado bravo?», le preguntó Joselito el Gallo al marqués de Tamarón en la finca 'Las Lomas'. Y en la ... respuesta que se adivina se halla la esencia de la casta. Tres siluetas clavadas en la misma tierra roja, en la misma dehesa verde, esa piel que cría toros de la lidia con la muerte en la mirada. Huele a encina, a romero seco, a sudor antiguo, a sangre que aún no se derrama, la de ese toro que lleva el cielo en esos pitones como lanzas de obsidiana. Las espuelas plateadas y el moquero de oreja a oreja del caballo, lo más campero. Y sobre la montura un hombre erguido, con el sombrero de ala ancha y el oído abierto para escuchar el lenguaje del animal más misterioso que brama, reburdea y estremece la tierra.

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