Feria de la Virgen del Mar
La voluntad triunfalista de Talavante maquilla las imperfecciones de la primera corrida de Almería
El extremeño, evidenciando su berrinche con el presidente, dio dos vueltas al ruedo tras una vibrante y efectista labor con el más serio y encastado de la pobre corrida de Juan Manuel Criado
Emilio de Justo salió a hombros después de una comprometida tarde en la que logró algunos naturales de especial profundidad; Pablo Aguado tuvo un pésimo lote
Plebiscito de Fortes contra las figuras, que gobierna la tarde con su soberana naturalidad calmada
Almería
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Iniciar sesiónA las cinco de la tarde («eran las cinco en punto de la tarde») reposó la estruendosa feria almeriense para que la ciudad, sumida bajo la bulla y dominada por la dictadura de los decibelios, despejara sus calles antes del gran rito del toreo. ... Que perdió integridad al compás de la coqueta y desrazada corrida de Juan Manuel Criado, que empezó con mimbres de festival invernal y terminó salvando los muebles conforme la casta se fue impregnando en alguno de sus toros.
La podredumbre de Tritón duró poco más de diez minutos desde que Talavante le alzó las velas de su capote hasta que tomó el desafinado acero para ahondar en los bajos de su amargura. El primero de Juan Manuel Criado, agradable en la cercanía y de poca impresión en la distancia, pedía auxilio desde su salida. Sin raza ni músculo que lo sostuviera. La emoción se convertía en tristeza entre sus tiernas y nobles embestidas, siempre sin humillar. Abrevió el extremeño, gesto de agradecer.
Fot ógrafo que no aparentaba su inminente quinto cumpleaños, crecía en altura y raza. Vibración que mantuvo hasta que Emilio de Justo, de creciente acomodo, le enterró los gavilanes. La metralleta de casta con la que se presentaba el coloradito, de pobre cara y más amplia caja, era contestada con la brusquedad de un percal que logró soltarse tras el enérgico y certero puyazo del algabeño Germán González. Ahí, y tras unas vibrantes chicuelinas, creció la potencia de una intermitente faena que tuvo plasticidad en la figura del torero y momentos de acierto en su planteamiento, cuando trató de caer la franela. Era la única manera de someter al bravito Fotógrafo, siempre entre disparos. Aquello fue al natural. Para ser exactos, fueron tres o cuatro muletazos. Obligando desde adelante, sin buscar la altura ni el pitón contrario. Más emoción tuvo la estocada, en un meritorio 'face to face' que venció el diestro.
Feria de la Virgen del Mar
- Plaza de toros de Almería. Domingo, 20 de agosto de 2023. Tercer festejo de la Feria. Media plaza. Se lidiaron toros de Juan Manuel Criado, de desigual juego y presentación. 1º, podrido; 2º, con raza y duración; 3º, sin casta ni humillación; 4º; con movilidad y transmisión; 5º, encastado; 6º, manso.
- Alejandro Talavante, de burdeos y oro. Pinchazo muy bajo y estocada casi entera (ovación); estocada (oreja con dos vueltas al ruedo).
- Emilio de Justo, de salmón y plata. Estocada (oreja); algo más de media estocada (oreja).
- Pablo Aguado, de sangre de toro y oro. Aviso tras cinco pinchazos y dos descabellos (pitos); media estocada (división de opiniones).
Los «oles» que acompañaron a los faroles inversos de Talavante al cuarto duraron lo que éste tardó en cambiar al palo del toreo puro. Descompuesto Romano –más grandullón que el resto– entre verónicas; manseando con alegría en los primeros tercios. Su falta de ritmo y estilo se acabaron tapando por su vibración final, transmitiendo la emoción que adolecieron sus hermanos. Ahí sacó Talavante su maquillaje corrector contra los desperfectos de una tarde tan escasa. Tiró de voluntad, de efectismos. Sin encajarse en los lentísimos naturales inaugurales, tan a distancia, hasta que se apretó en los rocambolescos redondos por ambas manos, algunos desbordados en la pala del pitón. Armado de triunfalismo buscó a los tendidos en unas ligeritas manoletinas que precedieron a la extraordinaria estocada, lo mejor del conjunto. Es posible que se equivocara el presidente al negarle la segunda oreja, como es seguro que se equivocaron tanto el torero como algunos miembros de su cuadrilla al desafiarlo para tensionar aún más la situación. Devolvió Talavante la oreja que un banderillero terminó lanzando contra las tablas. Gestos improcedentes en una figura del toreo a la que habría que recordarle que estaba en Almería.
Confirmaba Ebrioso, el quinto, que la corrida crecía por turnos. Que sembró el pánico cuando cazó a Emilio de Justo tratando de tomar el olivo. Como emoción tuvo su arranque por doblones, apretado el torero, que le daba descansos entre series y muletazos, con la franela especialmente retrasada, hasta encontrar el momento de apostar sin fisuras.
A Jardinero, muy fino en sus hechuras, le faltó tanta humillación como franqueza. Se echó de aburrimiento tras el desafortunado serial de pinchazos de Pablo Aguado, que no se acopló con el capote y que trató de decidirse con la muleta, más acertado cuando recortó distancias y comprometió su colocación. Con el sexto, manso con aires de morucho, abrevió como pudo tras tres puyazos (dos frente a toriles) y bajo una desconcertante división de opiniones.
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