Con el cuarto toro llegó el delirio a la plaza de la Maestranza porque un matador de Sevilla, José Antonio Morante de la Puebla, sublimaba el arte del toreo cortándole dos orejas y un rabo a Ligerito, un ejemplar de Domingo Hernández ... que también dio la vuelta al ruedo.
Los presentes y todos aquellos que vieron la corrida a través de Mundotoro TV sabían que estaban presenciando un momento histórico: hacía 52 años que no se cortaba un rabo en la Maestranza desde que Francisco Ruiz Miguel obtuviese tal trofeo con la lidia a un toro de Miura.
Lágrimas, emociones desatadas y gritos de ¡Torero, torero! se sucedían en la vuelta al ruedo del matador cigarrero, que al finalizar la corrida fue sacado a hombros por la Puerta del Príncipe y trasladado entre multitudes enfervorecidas hasta su hotel.
Una tarde única que paró la historia, el tiempo y marca y un antes y un después en la concepción misma del toreo desde que Morante recibiera con el capote a Ligerito hasta los dos últimos muletazos que le dio al toro ya casi muerto tras la estocada. Una faena sublime y memorable que será recordada en los anales de la tauromaquia por los siglos de los siglos.
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