Triunfo y sangre de López Simón

Morante de la Puebla apunta detalles exquisitos. Manzanares, sin trofeos, sigue en la cumbre. Y su cuadrilla, con él

Triunfo y sangre de López Simón J. M. SERRANO

andrés amorós

En tarde de enorme expectación, los toros de Núñez del Cuvillo no dan el juego esperado : sólo López Simón, que toma la alternativa, corta una oreja, ganada con sangre. Morante de la Puebla apunta detalles exquisitos. Manzanares, sin trofeos, sigue en la cumbre. ... Y su cuadrilla, con él.

Entre otras muchas, el arte tiene una función social básica: proporciona consuelo . Es como el sol —decía Valle-Inclán— que nos ayuda a pasar el invierno... En un momento de ERES investigados, pactos andaluces, embajadas catalanas, paro galopante, chantajes nacionalistas , ¿cómo no vamos a necesitar consuelo?...

Una tarde más, enfilamos García de Vinuesa con la actitud que definió Lope de Vega , en un hermoso endecasílabo: «Sembrando en tu Arenal mil esperanzas...». No todas, pero algunas sí se cumplen, esta tarde.

La corrida comienza fatal: el primer toro se derrumba y es sustituído. El sobrero, de la misma ganadería, resulta el único noble de la tarde. El toricantano López Simón aprovecha su oportunidad. Recibe al toro haciendo el poste. Curiosamente, no brinda el toro de su alternativa (algo muy poco frecuente). Después de dos pases cambiados, en el centro, se echa de rodillas y logra, así, seis derechazos buenos, al estilo de César Jiménez, que calientan el ambiente. En el tercio, liga también muletazos notables, por la derecha. No me gusta que remate las series mirando al tendido (aquel «invento» del inolvidable Angel Luis Bienvenida del que él no estaba nada orgulloso). También sobran las manoletinas. Se vuelca en la estocada y sale herido: da la vuelta al ruedo, sin mirarse, antes de pasar a la enfermería, con una cornada de 7 centímetros en el muslo derecho. Un gesto de torero.

No tuvo fortuna Morante el sábado, con los toros de Domingo Hernández. En su segunda y última actuación en la Feria, está obligado a mostrar su estética. El segundo toro echa la cara arriba, se queda corto, saca genio: no es el toro para Morante, que no se confía. Dibuja tres muletazos exquisitos pero sin continuidad: la gente quiere más, los olés se convierten en censura, cuando mata mal.

El cuarto es el peor de la corrida: huido, reservón, con arreones de manso, le pone los pitones en el pecho. Morante, afligido, parece un madridista después de la tanda de penaltis ... Machetea y mata alargando el brazo, entre pitos.

Por la cogida de López Simón, mata el último, suelto, flojo. No le deja dar verónicas a gusto, se le queda debajo. Recurre a las chicuelinas, con mucho garbo: el tradicional quite del perdón. El comienzo de faena también es precioso , con magníficos ayudados por alto y uno por bajo, de locura: ¡qué clase tiene este torero! Pero con eso no basta. El toro se para muy pronto. En el recuerdo, quedan sólo detalles.

Vuelve Manzanares después de proclamarse aquí rey del toreo, el viernes pasado, para lidiar toros de Núñez del Cuvillo, como el que indultó hace un año. Su lote es deslucido y pincha los dos toros , por eso no obtiene trofeos. Pero sigue estando en la cumbre.

En el tercero, manso y flojo, brillan Barroso y Trujillo , con pares fantásticos. Precioso silencio de expectación. Manzanares muestra su facilidad: alarga la embestida, manda, consigue bellos muletazos. Pero el toro se para. Y él pincha., antes de la estocada.

En el quinto, intercala verónicas y chicuelinas, rematando con las rodillas en tierra, como hacían Victoriano Valencia y Julio Robles. Brilla toda la cuadrilla en una lidia simplemente perfecta, que lee hubiera encantado a don Gregorio Corrochano: aplausos para Chocolate , música para Curro Javier. Con la muleta, José María está —como aquí dicen— cumbre : da tiempo, manda, alarga, liga. Cuando el toro se para, concluye con un cambio de mano y un improvisado molinete. Pero vuelve a pinchar.

¿Corrida de decepción? Creo que no. López Simón se justifica; Morante aporta pinceladas ; Manzanares vuelve a estar extraordinario: él y su cuadrilla. Vale la pena, ahora, seguir a este torero: nos está ofreciendo el consuelo del arte.

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