feria de abril 2012
Jandillas de corto metraje en la décimotercera corrida de la Feria de Abril
Soberbio por naturales con el primero de su lote, Alejandro Talavante cortó ayer la única oreja de un festejo

Vuelven a lidiarse los toros de Domecq : volvemos a aburrirnos con el «monoencaste» (así lo llaman algunos aficionados, como si se tratara de una película de Tarzán ). Los únicos domecqs que han dado buen juego, en esta Feria, han sido los de Fuente Ymbro : curiosamente, los mismos que no torean las figuras...
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Abundan ahora en España los festivales cinematográficos de corto metrajes. Así han sido los Jandillas de esta tarde: bien presentados, nobles, flojos, de cortísima duración. Lo contrario que el conejito de las pilas... Solamente Talavante aprovecha uno para cortar una oreja.

En ABC, asesta su dardo irónico Antonio Burgos a los que, cuando suena su móvil, en la Plaza de los Toros, musitan sigilosamente: «No puedo hablar: estoy en Sevilla, en los toros». Culpable soy yo del mismo pecado: lo cometí ayer, cuando recibí la llamada del gran empresario teatral y buen aficionado Enrique Cornejo . Acierta el maestro Burgos, como siempre, al fustigar la cursilería de los que van a los toros, en Sevilla, sólo para poder decir que están —o han estado— en los toros, en Sevilla. Acepte don Antonio que eso supone, también, un reconocimiento social, nacido del prestigio. A ninguno se nos ocurre pregonar: «Estoy en los toros, en Villaconejos». O algo muchísimo peor: «No puedo hablar: estoy en las Setas». Aunque, en este último caso, no sorprendería a nadie que la visión del abominable esperpento nos hubiera dejado mudos...
El Cid ha sido paladín del toreo clásico, sobre todo con la mano izquierda. Luego, giró la Fortuna, «que revuelve con su rueda presurosa», según Jorge Manrique . Lleva ya El Cid un par de temporadas intentando «volver por do solía»: conserva el buen estilo, le falta seguridad.
El primer toro sale embistiendo ya con suavidad absoluta: un «bombón domecq» en toda regla. Le permite al Cid dibujar verónicas, sin ningún preámbulo. En la muleta, va a cámara lenta: le deja estar al diestro pero no transmite nada.
Recibe Manuel al cuarto con lances de pies juntos. En la primera vara, el toro se derrumba pero va bien en la segunda y la Presidenta lo aguanta. Saluda Alcalareño por dos grandes pares. El Cid lo llama desde el centro , consigue dos buenas series pero el toro se apaga por completo: desilusión. Para su toreo clásico, El Cid necesita más toro
Se ha anunciado a Castella cuatro tardes en Sevilla, este año. Salvo que se trate de apoyar al aficionado a los toros Sarkozy , ahora tambaleante, muchos sevillanos no lo entienden. Conserva Castella su valor impávido pero ha encallado en una rutina mecánica, sin alma.
El segundo, bajo, embiste con nobleza. Pica bien Josele ; saluda Ambel después de dos grandes pares, dejándose ver. Los muletazos de Castella son correctos, premiosos, de uno en uno: no hay emoción. El arrimón final impacienta al público.
El quinto es flojo, rebrincado. Insiste Castella en muletazos moviditos, sin ningún brillo, hasta impacientar a la gente. Después de tres tardes, se despide de la Feria en blanco.
Talavante vive días dorados (igual que algunos almacenes), con creciente regularidad: sigue manejando sutilmente la mano izquierda, ha incorporado a su repertorio vistosas suertes mexicanas y hasta maneja con eficacia la espada.
Recibe al tercero con delantales y chicuelinas. Mide mucho el castigo Tulio Salguero . El toro es noble pero justo de fuerzas. Alejandro tira bien de él, vacía por completo la embestida en largos naturales. Faena corta pero con eco. Mata de gran estocada, entrando despacio (ha mejorado también en esto).
El último es corto, flojo. Talavante corre la mano pero el toro se va al suelo al final de cada serie. La tarde ya se ha despeñado, todo queda sin relieve.
Pasean por la Feria sevillana dos negros (así se les ha llamado siempre:¡fuera corrección política!), vestidos de luces, con un cartel que reza: «El futuro de la Fiesta lo veo muy negro» . Lo mismo nos pasa a muchos aficionados. Por eso, sin haber pisado la playa, nos estamos poniendo cada vez más morenos...
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