Enfermedad de las vacas locas, veinte años del otro virus que puso en jaque la temporada taurina

El año 2001 también estuvo a punto de quedarse sin festejos taurinos por la aparición de la enfermedad de las «vacas locas»

Hace justo 20 años se declaraban los primeros casos de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) en Galicia Torrecilla/EFE

Jesús Bayort

La historia se repite, veinte años después: un virus que vuelve a poner en jaque la temporada taurina , con las instituciones de espaldas al sector y la patronal sumida en el letargo sin una hoja de ruta establecida. Fue durante el mes de ... enero del año 2001 cuando el toreo zozobró por la aparición de una epidemia originada en el Reino Unido . Denominada Encefalopatía Espongiforme Bovina , aunque popularmente conocida como la enfermedad de las «vacas locas» .

Tampoco se atendieron en aquel momento las advertencias de extramuros. Esa otra «cepa británica» jamás llegaría a España . Aunque ya hubiesen notificadas en el Reino Unido casi 200.000 vacas que habían presentado estos cuadros clínicos: descoordinación, temblores y demencia , desembocando en un alto porcentaje en la muerte de estos animales . Pero lo más preocupante llegó después, cuando se supo que aquella infección se podía transmitir a los humanos que consumieran carnes contaminadas, desarrollando la enfermedad de Creutzfeldt-Jackob , una patología neurodegenerativa sin cura.

En España no se empezó a tomar conciencia del peligro real hasta la aparición, en noviembre del año 2000 , de la vaca «Parrula» , primer caso notificado de Encefalopatía Espongiforme Bovina. Rápidamente se activó un estricto protocolo para prevenir la expansión de la epidemia. Medidas que, indeliberadamente, supusieron un hachazo a la economía taurina : la Unión Europea puso la mira sobre todo animal vacuno con edad superior a los 30 meses . No podría comercializarse sus carnes si no superaban unas pruebas sanitarias postmortem . Y ahí radicó el problema primigenio: las plazas de toros carecían de unas infraestructuras necesarias para realizar los análisis, por lo que cada animal sacrificado en un ruedo debía llevarse con urgencia a un horno crematorio para ser incinerado .

En Lucena del Puerto (Huelva) se celebró una novillada el 28 de enero de 2001 y las reses tuvieron que llevarse a Castellón para incinerarse Miguel Vázquez/EFE

Hasta la citada fecha la enfermedad de las «vacas locas» sólo había afectado a la libre circulación de ganado entre fronteras , que también supuso un duro golpe a la importación y exportación de bravo entre España y Portugal. Y una de estas primeras implementaciones fue curiosa: en la Feria del Pilar de Zaragoza del año 2000 , cuando se había anunciado una corrida lusa de Palha, se congelaron orejas y rabos de reses españolas para, en el caso de ser obsequiados con ellas los actuantes, no tuvieran que mutilar a las reses extranjeras que estaban en cuarentena. Y finalmente así pasó, porque aquel día triunfó Ricardo Aguín «El Molinero» .

Pero las nuevas medidas, anunciadas con escaso margen de actuación ante la inminente temporada 2001 , suponían la inviabilidad de un alto porcentaje de espectáculos . Festejos de provincias en los que un empresario, en el caso de haber ganancias, no se embolsaba más que un jornal . A raíz de estos cambios, no sólo perdían los ingresos por la venta de las carnes , sino que la normativa les obligaba a correr con los gastos del transporte e incineración de las reses , sin tener constancia de que pudieran estar infectadas. La patronal, que seguía hablando en pesetas, estimaba que estas restricciones incrementaban un millón (6.000 euros) el presupuesto de cada corrida.

Tan insostenible situación s e mantuvo durante todo el primer tramo de la temporada , acrecentándose aún más las restricciones en julio, cuando se quitó el límite de edad de los bovinos y se obligó a incinerar todas las reses lidiadas. Jaque mate a los festejos menores .

Con los empresarios en pie de guerra reclamando ayudas y colaboración al otrora vicepresidente Mariano Rajoy llegaba el inicio de la temporada 2001 . En ese mes de enero se habían programado los habituales festejos que abren el telón: festivales benéficos, las tempranas ferias de Ajalvir, Vistalegre, Valdemorillo , etcétera. La indolencia del Gobierno obligó a los organizadores de estos espectáculos a asumir, sin compromiso de recuperación , los gastos añadidos que suponía esta enfermedad de las «vacas locas».

Un joven Maximino Pérez , reconocido empresario taurino de nuestros días, había ganado el concurso para organizar la feria taurina de Valdemorillo (Madrid) . No olvida, veinte años después, el caos que le supuso organizar tan temprana feria sin una hoja de rutas definida ni por el Gobierno ni por la patronal: « Fue una situación muy crítica : de un día para otro salió una norma que impedía lidiar animales que estuvieran criados en ciertas autonomías. 4 8 horas antes de celebrarse la feria me quedé sin toros . Tuve que recorrer más de 4.000 kilómetros para encontrar unas corridas que sí se pudieran lidiar».

«Y nos obligaron a tomar unas medidas muy estrictas: desembarcar primero los toros en la Venta del Batán y de ahí llevarlos a Valdemorillo; y no me dejaron hacerles unos análisis para su posible comercialización, perdiendo así el dinero de sus canales. Después tuve que llevarlos por mi cuenta a una incineradora . Aquello incrementó considerablemente el presupuesto que se había previsto en el contrato del concurso . Ya era tarde para reflejarlo. Entrado el verano sí se aprobaron una serie de ayudas, pero no venían con carácter retroactivo ».

« La tauromaquia nunca ha estado arropada por los políticos cuando han llegado desastres como aquel, o como el que vivimos ahora. Miro los números y nos encontramos igual que hace veinte años : seguimos pagando impuestos los empresarios, los matadores, las cuadrillas, los ganaderos y los aficionados; pero nunca recibimos ayudas de la parte política. Aunque ahora es mucho peor , porque tienes el mismo sufrimiento para organizar el festejo pero cuando llega el momento de su celebración te lo suspende el político de turno», denuncia Maximino Pérez.

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