EL MOMENTO DE LA VERDAD
¡Que salude don Santiago Domecq!
Petardo de las figuras: ¿cómo se les pasó a sus veedores una corrida de tan armónico trapío? Y petardo del presidente: ¿de verdad que ese bravo y excepcional quinto no merecía ni siquiera el pañuelo azul?
Así hemos contado la corrida en directo

De sombrerazo la corrida de Santiago Domecq. Casta, fondo, humillación, prontitud, recorrido, nobleza, galope, ritmo, entrega, clase... Bravura en definitiva. No fallaron sus entipadas hechuras ni la categoría del ganadero de Garcisobaco. ¿Que no hay corridas con señorío en el campo? Lo que ... no hay son ganas de las figuras por salirse del sota, caballo y rey, ni tampoco asesores que pongan el cascabel al minino.
¿Cómo se les pasó una corrida tan armónicamente hechurada a los veedores de los que hacen, deshacen y rehacen? O tal vez sea cierta la aseveración de aquel castizo: «Los de arriba no quieren que el toro les moleste». En otras palabras: ¡fuera casta! Pues los que no quisieron anunciarse se perdieron lotes que anunciaban primaveras y Puertas del Príncipe. «Juláis de Abelardo», que diría Pepe Teruel, la chulería de Embajadores.
No se quedó atrás el presidente, reparado de la vista y de las emociones durante la faena al quinto. Vale que el grandioso toro, con una clase excepcional –qué manera de rebosarse, qué profundidad, cuánta excelencia en su ritmo–, hizo amagos de rajarse cuando llevaba ya ochenta embestidas y otros tantos muletazos, lo que frenaría el pañuelo naranja. ¿Pero y el azul? Señor Luque Teruel, ¿de verdad ese animal no era merecedor de la vuelta al ruedo? Con menos se ha concedido mucho más, pero ayer se racaneó al que siempre sufre los mayores agravios: el criador de lo bravo. Al carajo la decisión de la autoridad, tan dada en estos tiempos al protagonismo. Ahí quedó el poso de lo verdadero, el reconocimiento de la afición: «¡Que salude el ganadero!», quien ordenó cortar los testículos de Tabarro, aunque su deseo hubiese sido echar este número 30 a las vacas. De Puerta del Príncipe los lotes de Miranda y Garrido. De históricas glorias un conjunto que, con sus distintos matices –sólo el tercero bajó–, embistió del primero al sexto.
Cara ha puesto la Feria de Abril una corrida soñada, aplaudida rabiar desde el tendido por El Juli, que hubiese gozado con más de un toro en los medios. Para volver y anotarse la octava. Para que hoy mismo se agotasen las entradas de San Isidro del 31 de mayo. Saleroso, Diestro, Listillo, Coronado, Tabarro y Dormidito abandonaron su cuatreña vida en setecientas hectáreas dentro del corazón de Los Alcornocales para derramar bravura a orillas del Guadalquivir. Qué difícil es ser ganadero y qué fácil jugar a serlo. Enhorabuena a la casa Domecq de Garcisobaco y petardo de las figuras.
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