Lutgardo García gana el XV Premio Periodístico Taurino Manuel Ramírez

En la figura de Lutgardo García se da la paradoja de que dos mundos tan distintos en su apariencia como son su profesión obstétrica y su afición taurina se dan la mano en un paralelismo concebido a través de la vida «y de la espera». Mientras que el mayor triunfo de la obstetricia se alcanza a través del alumbramiento de la vida, la tauromaquia es una gestión constante del instinto de conservación: el torero que esquiva las embestidas y el toro que con su bravura busca un indulto con el que superar la muerte. «Y mientras que el obstetra es el que espera, el toreo es el arte de saber esperar a que salga el momento adecuado y se den unas condiciones mágicas como ocurrió la pasada Feria de Abril con Juan Ortega en una tarde que se iba por el vertedero hasta que se vivió el milagro», apunta el premiado.

Lutgardo García ha recibido este miércoles la llamada del director de ABC de Sevilla, Alberto García Reyes, para resolverle los sinsabores de una consulta que había tornado en «difícil» con «una bendición» de noticia: el jurado de la XV edición del Premio Taurino Manuel Ramírez –compuesto por Juan Antonio Ruiz 'Espartaco', Eduardo Dávila Miura, Alberto García Reyes, Rodrigo Molina Montes y Santiago de León y Domecq, en calidad de presidente– lo acaba de alumbrar como su flamante acreedor. El poeta, faceta por la que ha sido reconocido este poliédrico artista, recibía con «especial emoción» las palabras del director de esta casa.

Su memoria rápidamente viajó hacia el recuerdo de dos personas fundamentales en su desarrollo poético y taurino: Aquilino Duque, maestro al que persigue en una constante búsqueda de inspiración, y su tío Manolo, «un grandioso currista». Después menciona a Antonio García Barbeito, poeta de la tierra originaria del toro bravo que también recibió, como Aquilino, el prestigioso Premio Taurino Manuel Ramírez que está coorganizado por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y ABC de Sevilla. Si de Antonio García Barbeito –primo de su padre– heredó «la afición literaria», en Aquilino Duque encontró «un guía personal». Se siente especialmente honrado de ser «el menor de esta cofradía» del 'Manuel Ramírez' que encabezan sus dos maestros.

Lutgardo recibirá el próximo 26 de septiembre, cuando se conmemora el cuarenta aniversario de la muerte de Francisco Rivera 'Paquirri', el prestigioso galardón sobre el ruedo de la Maestranza, donde tantas veces triunfó el maestro de Zahara de los Atunes. Será, como viene siendo habitual en los últimos años, en la víspera de la Feria de San Miguel. Una fecha que gravitará siempre por la memoria de un poeta que jamás ha pisado la alfombra dorada del sanctasanctórum de la tauromaquia. Para él, «será como una oreja literaria con la que podré, al menos, saludar desde la Maestranza».

El jurado del Premio Periodístico Taurino Manuel Ramírez ha acordado por unanimidad conceder el galardón al artículo 'Verde Esperanza de Romero', aunque hace constar en su acta «la alta calidad de los trabajos presentados en esta convocatoria». 'Verde Esperanza de Romero' es un texto poético de Lutgardo García escrito en octosílabos rimados, que se publicó hace ahora dos meses, tiempo antes del reciente accidente doméstico del que se está recuperando satisfactoriamente el Faraón de Camas. «Me alegro de que sea un abrazo poético y un deseo de mejoría para el maestro Curro Romero, que tantas veces ha tocado el verde de la esperanza y del romero».

La primera visita de Lutgardo García a la Maestranza, un 12 de junio de 1983, se quedó marcada en su recuerdo por la trágica cornada que hizo perder un ojo a Lucio Sandín. Aquel niño, que entonces sólo tenía 4 años, había ido acompañado de su padre. «Él pensó que después de aquello nunca más volvería a una plaza, y fíjate a dónde hemos llegado». Durante la conversación telefónica con ABC van apareciendo nombres de su infancia, como el de su abuelo Emilio, «que fue cuarenta años empleado de la Plaza», y nuevamente el de su tío Manolo, de quien, como contaba el recordado Rafael Serna de su padre, había visto los seis toros de Urquijo a través de sus ojos. «Aquella tarde, y la de Radiador de Benítez Cubero, me las contó de tal manera que para mí siguen vivas. ¡Esas estocadas, ese desplante...! Están en mi memoria como si las hubiera vivido. Las he hecho mías», cuenta.

El premio Manuel Ramírez cierra para él «muchos círculos» literarios y taurinos, «que tan de la mano van el uno del otro». «Curiosamente, cuando ya me estaba aficionando, mi padre me llevó a una Feria de San Miguel a ver a Curro Romero, al que recuerdo ver pasar por la calle Iris como si pasara un cristo o una virgen de Semana Santa». Su afición se fue fraguando con mayor intensidad durante su etapa estudiantil, cuando entró en contacto con la Tertulia Taurina Universitaria y comenzó a frecuentar las gradas de sol de la Maestranza. Aunque mantiene la afición, el trabajo y la familia no le permiten ir a la plaza todo lo que desearía. «No es que yo sea aficionado, es que creo en el toro como algo bueno, civilizado y con valores buenos para la sociedad», señala el premiado.