Molinetes y trincherazos
Ironías de un gallo sin pelea
A Roca Rey se le ha ido esa moneda de la rivalidad que le ofreció aquella polémica con Daniel Luque
Lo mejor de Roca Rey es que no se debe escribir de él, algo que algunos me achacan, eso de no escribir de él, lo cual se debe a la falta de inspiración por mi culpa, he aquí mi confesión. Pero lo considero más una ... sanación que un síndrome, porque hay toreros que con sólo verlos un par de veces… ya están vistos. Y es lo más tedioso que le puede pasar a cualquier artista u oficinista, el estar visto rápidamente. ¡No es una sentencia! Sálveme el diablo de tales conjeturas, pues aquí no se es juez de nada ni de nadie, sino simplemente una intuición o un ojo de buen cubero, de aquello de ver lo que otros no ven. Por ello manifiesto que no tengo nada en contra de esta primerísima figura, al que respeto y otorgo todos los valores y honores de un excelso gallo de pelea. Pero claro, tampoco tengo nada a favor, he ahí la cuestión. En el toreo es justo y necesario esa variedad, desde el torero más clásico hasta el gallo de pelea más aguerrido, y ambos engrandecen esa rivalidad tan necesaria, aquello de la polémica y disputa entre aficionados que no ocurre desde aquellos novilleros Aparicio y Litri, y que anteriormente tanto auge dieran aquellos Manolete y Arruza, por no hablar de José y Juan, y antaño aquellos Lagartijo y Frascuelo. Claro, las cuestiones de los intereses personales y los despachos con sus apoderados han hecho que los toreros realmente no deseen rivalizar, ¡craso error!, temiendo las figuras perder crédito. A Roca Rey se le ha ido esa moneda de la rivalidad que le ofreció aquella polémica con Daniel Luque, ése tan capaz y arrojado como él, el cual le lanzó un guante u órdago, el mismo que el peruano obvió y declinó. Tampoco ninguno de los llamados artistas ha pretendido rivalizar con él. Todos andan cómodos en solitario. Y claro, si a un gallo de pelea le quitan la presencia de otro gallo igual de guapo y lustroso… ese gallo no deja de ser un gallo que sólo sirve para cantar al alba, pues no tiene con quien combatir. Corren pues tristes lustros para los gallos de pelea, más aún cuando ellos mismos se privan de ser y ejercer lo que supuestamente son. Mire usted por dónde, he terminado escribiendo de Roca Rey, ironía diablesca…
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