La encerrona de Oliva Soto en Guillena: «Quiero que el triunfo me sirva para torear en la Feria de Abril»

Alfonso Oliva Soto conmemora en este nuevo curso quince años de alternativa, quedando ya lejos en el recuerdo aquel Día del Corpus en el que se doctoró en la Maestranza con la presencia en el palco real de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos. Los altibajos en su carrera han sido constantes, marcados por sus desventuras con la espada. Un sino que cree haber dejado atrás gracias a su éxodo taurino por los Andes peruanos. «Allí, sin presión y toreando mucho más que en España, logré superar mi debilidad con la espada. La única manera de aprender o corregir la estocada es ante el toro. Y es lo que creo haber conseguido durante estos siete años en Perú».

Reconoce que no ha sido un periodo fácil, especialmente por la dureza del lugar. «Si te pegan una cornada sólo te queda rezar. Y los viajes son eternos: puedes estar un día entero montado en un autobús para ir a otra ciudad. Es un país sumergido en un periodo de transición. En lo taurino, me recuerda a la España de hace un siglo. La gente pasa horas haciendo cola para conseguir una entrada en cualquier plaza de pueblo». Cree que todo eso le ha permitido evolucionar: «Antes limitaba mi concepto a lo puramente artístico. Ahora intento acoplarme a todos los animales, sin perder mi sentimiento. No quiero que se me tache únicamente de torero pinturero y de pinceladas».

En la víspera de este encuentro hizo el 'paseíllo' en Guillena, acompañado de una cuadrilla de pajes reales. A cada niño que llevó su carta para los Reyes Magos se le entregó una entrada para la corrida del día 4. «Hemos regalado más de setenta entrada a menores de 12 años, que creo que es la mejor manera de fomentar la afición». Él también entregó su propia carta, en la que pidió «cortar varias orejas para que el triunfo adquiera repercusión». «Quiero que los aficionados salgan ese día emocionados de la plaza. Ojalá se vivan cosas especiales. Que por cierto, me acompañará el artista de mi pueblo Ismael Fernández. Si encuentro la comunión con un toro me gustaría que nos deleitara con su voz tan particular. Aunque no será una corrida flamenca; prefiero el pasodoble, que es más elegante».

En el cartel hay cuatro hierros anunciados: Pallarés, Albarreal, Virgen María y Gavira. Pero avisa que tiene un sobrero 'preparado' para lidiar. Será de Juan Pedro Domecq. Si el indulto en este plaza le valió para regresar in extremis a la Maestranza, ahora busca que, sumado a la oreja que cortó en aquella ocasión, un nuevo toque de atención le sirva «para torear por primera vez en la Feria de Abril». Nunca ha hecho el paseíllo bajo la quimérica luz de los farolillos. Aunque muestra su tranquilidad por el elenco de ganaderías que ha anunciado Pagés, en el que «no hay ninguna mala».

Espera que el día 4 lo pueda acompañar su maestro y paisano Fernando Rodríguez 'El Almendro', que lleva tiempo lidiando con el difícil cinqueño del Alzheimer. «El Almendro ha sido el culpable de que el toreo se mantenga con vida en Camas. Cuando yo tomé la alternativa habían pasado más de treinta años sin que saliera un matador del pueblo. Y eso fue gracias a su escuela taurina. Después vinieron Esaú Fernández y Andrés Roca Rey, que pasó temporalmente por la escuela. Algunos de los banderilleros más destacados del momento también fueron sus alumnos, como Antonio Chacón o Viruta. Por todo ello quisimos rendirle homenaje hace dos semanas».