Toros en El Puerto de Santa María
Daniel Crespo incendia a última hora el ignífugo debut de El Puerto de San Lorenzo en la Plaza Real
El torero de la tierra y la ganadería salmantina salvaron sobre la bocina una mala corrida que hasta ese último momento sólo logró brillar por su excelente presentación
Juan Ortega dibujo bellos y clásicos pasajes ante un manso e informal lote; José María Manzanares se confió en la suerte de matar
Roca Rey paga con sangre y heroísmo la sucesión de El Juli en el trono del toreo
El Puerto de Santa María
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Iniciar sesiónCrecía el levante entre las brasas de la tarde gaditana. Literalmente en Puerto Real; figuradamente en la Plaza Real, con sus tendidos inflamando llamas y pasiones. Que llegaban convencidas de que algo debía ocurrir con el debut de los toros salmantinos de ... Lorenzo Fraile (e hijos), que inauguraron la tarde bajo un generalizado respeto por su excelente presentación y se empeñaron en rubricar la noche bajo la máxima decepción, hasta que un acapachado Atanasio-Lisardo y un torero de la tierra le dieron la vuelta a la tortilla para terminar con el ruedo colmado de chavalería bajo los hombros del nuevo ídolo portuense. Un joven llamado Daniel Crespo que rubrica su extraordinario fin de semana con méritos suficientes como para abandonar la industria cárnica que cada madrugada le hace despertar cuando el reloj marca las cuatro de la mañana.
Chícharo, el primero de la tarde, traía la perfecta proporción entre trapío y armonía. Con la marca de La Ventana del Puerto –rama Domecq–, descubierta mientras caía su cuello con fijeza y ritmo ante el mimoso recibo de Manzanares, que trataba de fijarlo con suavidad en los vuelos de su capote y crecido a la verónica. Cambiando paradójicamente de planteamiento en la muleta: áspero y elevado en sus formas, mermando todavía más las limitadas garantías de un animal que empezaba a trotar y a descomponerse a la velocidad de la luz. Del silencio sepulcral pasó el alicantino al reconocimiento común tras una majestuosa estocada; parsimoniosa en su ejecución, letal en su colocación.
El Puerto de Santa María
- Plaza Real. Domingo, 6 de agosto de 2023. Tercer festejo de la temporada veraniega. Media plaza. Se lidiaron toros de El Puerto de San Lorenzo (2º, 4º y 6º) y La Ventana del Puerto (1º, 3º y 5º). 1º, noble y fijo en los capotes, descompuesto en la muleta; 2º, manso con clase; 3º, manso e informal; 4º sin entrega; 5º, informal y desclasado; 6º, con fondo y profundidad.
- José María Manzanares, de burdeos y oro. Estocada (ovación); estocada (ovación).
- Juan Ortega, de purísima y oro. Estocada y dos toques de descabello (ovación tras petición); dos pinchazos y media estocada (ovación).
- Daniel Crespo, de tabaco y oro. Cuatro pinchazos y media caída (palmas); estocada (dos orejas).
Tan alto como estrecho de sienes era Malvarrosa, que no ocultaba ni sus (casi) seis años ni su origen atanasio. Frío en la presentación, humillador en cada acometida. Combinación insuficiente para el lucimiento inaugural de Juan Ortega, arrollado a la verónica, extraordinario por Chicuelo. Con una virtud mayor que la de su ejecución: su inteligencia. Colocado en la boca de riego, lanceaba Ortega sin tratar de molestarlo, de cambiarle el viaje. Así le cantaba a la Alameda de Hércules, como al toreo eterno con la estampa de sus ayudados iniciales: hechizado por alto, acompasado en los doblones que precedieron a la mágica primera serie por el pitón derecho, que difícilmente fue más rápida de como pueda torear de salón. Embarcando a la altura de la testuz, componiendo con estilo, girando con clase. No perdió Malvarrosa su condición mansa, pese a tener una clase suprema, que sólo permitió aquello tras encogerse de los ijares, que ya podría haber durado dos tandas más.
En imágenes, José María Manzanares, Juan Ortega y Daniel Crespo, en el tercer festejo de El Puerto de Santa María
PACO MARTÍNEl diestro Daniel Crespo, con sutileza en la muleta y una potente estocada al último de la tarde, consiguió dos orejas y salvó una tarde que hasta ese momento había sido para olvidar en la Plaza Real de El Puerto de Santa María.
Bonoloto, el tercero de la tarde y segundo de La Ventana, traía la combinación fallida: fanfarrón con picante y mal estilo. Bravuconería que duró dos muletazos, el tiempo de acobardarse ante la verdad de un Daniel Crespo que pese a no promocionar la verdad y disposición con la que trata de torear volvió a impactar por sus buenas maneras. Ni era ninguno de los toros de ayer, ni la tarde era la misma, ni la espada entró igual; pero no por ello perdió crédito, comprendiendo la afición que de los matadores jóvenes que siguen defenestrados por el camino es posiblemente éste el que mejores mimbres posea. Aunque no por ello se le deba perdonar la falta de orgullo a la hora de matar, desafortunado y desganado.
También Malvarrosa se llamaba el cuarto de la tarde, segundo de José María Manzanares, de la misma línea de Lisardo Sánchez, sin velos para su mansedumbre preliminar (y final). Especialmente badanudo, despegado y ofensivo, aunque dibujada fuera su seria encornadura. Que llegó bajo de revoluciones tras el vápulo de Óscar Bernal y el inicio tan revelador del alicantino: tomándolo en corto junto al burladero en el que pidió que lo cerraran, sin darle tregua, sin tomar la izquierda, sin apostar por él. Lo mató bien.
A Turroncito –el quinto– le caía de maravilla el diminutivo, más escurrido que sus hermanos, pero no menos íntegro y serio. Informal desde su salida, trató Ortega de doblarse y someterlo en una faena sin mesura ni historia. Se escapó de varias puñaladas que encaró sin descomponerse.
Lo mejor, para el final
Incluso varios minutos después de haberse presentado en el ruedo Cardilisto nadie auguraba el milagro. Descompuesto en su salida y bruto en sus acometidas este sexto de El Puerto de San Lorenzo. Era más gordo y con mejor expresión en su acapachada mirada, aunque limitado de cuello. Que acabó humillando frente a la sutileza torera de un Daniel Crespo que terminó extrayendo muletazos con limpieza, pese a la costumbre de puntear del animal. La decepción generalizada sumada a la esperanza que despierta este torero entre sus paisanos impulsaron un triunfo que llegó tras su potente estocada. Dos orejas con las que remata un fin de semana de cinco. Más orejas en dos tardes que corridas toreadas en varios años.
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